En política, peligros pre y post electorales

En todo proceso de elecciones, se producen hechos en nuestra política partidista que realmente deberían preocupar a los partidos políticos y, muy especialmente, al Poder Legislativo: la designación “a dedo” de senadores y diputados plurinominales y, en casos, de los diputados uninominales hace que muchos de ellos, en determinados momentos previos o posteriores a las elecciones asuman conductas no dignas del importante cargo que ocupen.

En primer término, la elección o designación de senadores y diputados siempre corre el riesgo de que militantes partidarios “exijan” derechos por pertenecer al partido y logren ser designados en cualquiera de las funciones parlamentarias y, en caso de no lograr una designación, se recurre muchas veces al transfugio, en otras palabras, abrazar cualquier partido que “garantice” su elevación a la función parlamentaria.

Por otra parte, luego de las elecciones, conformado el Poder Legislativo, varios senadores y diputados, conforme a las circunstancias, deciden cambiar de partido político sin importar cual sea, pero que satisfaga sus exigencias porque ellos ya no concuerdan con las decisiones de su partido; hay casos en los que se declaran “independientes” abandonando el partido al cual pertenecían, siendo una independencia no siempre confiable.

Son dos riesgos que corren los partidos políticos y ello es contrario a toda norma moral porque quiere decir que no hay convicción partidaria y menos conciencia de la importante función de representante nacional que se asume, sea en la Cámara de Senadores o en la de Diputados; esto, en palabras simples, significa transfugio y, en términos populares, “camaleonismo” o “pasa-pasismo” que, en concreto, significa renuncia a la ideología adoptada, a los compromisos hechos con su partido, a las propias condiciones morales que debe tenerse para asumir posición de representante en el primer y más importante poder del Estado como es el Legislativo.

Estos peligros entrañan serios riesgos porque, en la forma y en el fondo, implica que no es posible confiar en esas personas que, en cualquier momento, pueden abandonar su partido o el que los cobije luego de la deserción. Implica, además, que lo importante para ese “personaje” ha sido el cumplir con una ambición: ser senador o diputado sin importar nada y sólo atenido a sus intereses de conveniencia.

Estamos en un tiempo en el que los partidos políticos proceden a la designación “a dedo” de senadores y diputados plurinominales y, en la mayoría de los casos, de respaldo a quienes, mediante el voto, podrán ser diputados uninominales. Corresponde, pues, por propia moral partidaria, que los jefes y comités políticos de cada partido tengan cuidado en las designaciones que realicen; que tengan en cuenta las condiciones morales, la fidelidad partidaria, la conciencia de país, la honestidad para cumplir compromisos y voluntad y responsabilidad de los aspirantes a esos cargos, para que éstos después no cometan transfugios o traiciones a lo que abrazaron y prometieron cumplir. Son exigencias mínimas que deberían ser necesarias para aceptar a candidatos.