Una notoria contradicción entre altas autoridades del Gobierno en torno a la política de precios, se ha venido acentuando en fechas recientes y mientras algunos ministros van por un lado, otros se dirigen en sentido contrario, produciendo resultados que crean confusión en todos los sectores de la economía.
En efecto, mientras por un lado el Ministerio de Hacienda afirma que las leyes del mercado están en vigencia y se va dejando de lado políticas de control de precios, por otro, el Ministerio de Desarrollo Rural anuncia que pondrá en aplicación un procedimiento para controlar las actividades de ganaderos y comercializadoras de carne al por menor, con la creencia de que ese procedimiento permitirá que el precio de la carne baje a niveles anteriores y que el problema de abastecimiento quedará solucionado, “como santo remedio”.
A fines de junio pasado, el Ministro de Hacienda declaró solemnemente que el Gobierno estaba abandonando el modelo de control de precios que tenía en aplicación desde su inauguración hace siete años y que, en cambio, ingresaba en una etapa en que iba a permitir el juego de la oferta y demanda, aunque con algunos controles en casos extremos.
También el Ministro de Economía insistió en que se levantaba las restricciones a las exportaciones y otras medidas similares aplicadas rígidamente en años recientes. Agregó que había visto por conveniente sólo regular los precios del pan y algunos productos y que no abrirá procesos penales en contra de supuestos especuladores si es que recibiera previamente alguna denuncia y pese a que se habilitó una línea telefónica para ese propósito.
La importante declaración redujo las tensiones en todos los sectores de la economía y, en forma natural, se registró un movimiento de precios con tendencia a su normalización de acuerdo con la realidad del país, precios que en algunos casos registraron tendencia a la baja, aunque en otros al alza, pero que, en todo caso, revelaban que se estaba ingresando a una etapa de nivelación de las actividades económicas que rigen en el país.
Empero, días atrás, con motivo del alza de precios de la carne (elevación debida a las dificultades que registra la ganadería como efecto de calamidades ambientales), el Ministerio de Desarrollo Rural ha dispuesto -contra la política del Ministerio de Hacienda- fijar los precios para ese alimento, esperando, además, que las alcaldías colaboren en el control del expendio y para lo cual se dictará varias “normativas”.
El hecho de imponer un sistema destinado a evitar el sistema del libre mercado es de por sí negativo en países como Bolivia, donde las estructuras están en pleno desarrollo y, a la vez, adquieren el carácter de una necesidad de primera importancia, más aún porque nuestro país ingresa por primera vez en su existencia en un régimen de libre mercado. Pero no sólo sería esa la contradicción, sino que, además, se encuentra antagonismos entre ministerios y contradicciones ostensibles (como la indicada) en altos niveles del Gobierno, las mismas que revelarían que la nave del Estado no sabe a dónde va, ha perdido la brújula, tiene roto el timón, carece de capitán y se encuentra a punto de zozobrar en medio de un mar embravecido.
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