Es preocupante que hasta ahora no sean presentados programas y propuestas para solucionar los grandes problemas del país, que son producto de un gobierno que busca la figuración, que ha dado más importancia a conclaves políticos externos, alineándonos en bloques peligrosos para la seguridad de Bolivia.
Por estas actitudes, Bolivia muestra una política económica y financiera complicada, porque si bien hay obras y objetivos, el endeudamiento es grande y aumenta cada día. Gracias a Dios que las ventas de minerales y gas nos salvan de una debacle económica. Los candidatos critican por doquier, pero hasta ahora no presentan planteamientos serios, para consideración de la ciudadanía.
Bolivia está importando muchos alimentos que consume, porque la política de producción ha fracasado y eso significa que vamos a tener que ajustarnos los cinturones, por racionalización y consumo restringido. El país no debe vivir de la importación, tiene que producir con planes agropecuarios que no fracasen como hasta ahora.
Por otra parte la administración de justicia es deficiente y no da garantías a la ciudadanía, ya que su aplicación más favorece a quien tienen dinero, que apela a la corrupción de jueces, en desmedro de los litigantes pobres. Lo cierto es que son numerosos los juicios con más de 20 años de duración, por retardación, cuando deberían ser extinguidos y archivados, según resoluciones de la Corte Suprema de Justicia, por tiempo exagerado de duración. Pero algunos jueces interpretan a su gusto las leyes, postergando juicios. La retardación de justicia es permanente y nadie la disminuye.
En cuanto a préstamos bancarios, se aplica la letra muerta, sin consideración a los prestatarios, especialmente campesinos agropecuarios y quienes se prestan para conseguir viviendas, pero chocan con las exigencias bancarias. Un nuevo Gobierno entrante comprensivo podría planificar un fondo financiero para hacer préstamos blandos, con facilidades diferentes a las de prestamistas, como ayuda a los sectores pobres del país.
Si bien circula mucho dinero, es como producto del narcotráfico. Es que los medios oficialistas anuncian como positiva la disminución de cocales, pero no toman en cuenta que la mayor parte de esa producción es vendida a narcotraficantes, resultando un negocio redondo para cocaleros.
Mientras tanto la pobreza del país aumenta, ya que no hay suficientes fuentes de trabajo, los artículos de consumo se encarecen cada día y la población aguanta silenciosamente la crisis económica. Los aumentos salariales no compensan el alza del costo de vida. Irrita ver que sectores oficialistas tiene de todo, reciben buenos sueldos, buena alimentación y usan autos lujosos, mientras que la mayoría del pueblo sufre hambre y miseria.
El servicio de salud no ha mejorado por falta de fondos económicos, infraestructura y aparatos médicos modernos. Los hospitales de primer nivel adolecen de falta de insumos diarios y el personal médico y paramédico tiene salarios bajos, que no compensan su sacrificio. Ese personal necesita gran apoyo del Estado y en especial la aplicación del Seguro Médico para todos ellos, así como salarios dignos.
El financiamiento para atender la salud del pueblo se los puede tramitar ante organismos internacionales de salud, tanto de la ONU como de la OMS.
La educación boliviana atraviesa por un periodo difícil, por diferentes planes que son aplicados y provocan inestabilidad educativa. El magisterio está mal pagado, necesita incentivos para poder dedicarse a los educandos, que son la esperanza de Bolivia.
Por todo eso los candidatos de partidos políticos tienen la obligación de presentar programas y propuestas realizables para solucionar los problemas mencionados, ya que no es dable criticar sin plantear soluciones.
El autor es Profesor Emérito de la UMSA.
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