Canciones y danzas transmitidas por generaciones, el trabajo de una historiadora y un gran golpe de suerte permitieron a un grupo de cubanos descubrir la tierra de sus antepasados en Sierra Leona, un fascinante viaje inmortalizado en el documental “They are We” (“Ellos son nosotros”).
La cinta, presentada en la sede de la ONU, cuenta el reencuentro casi mágico de dos partes de una familia rota hace 170 años por culpa del tráfico de esclavos y que durante décadas vivieron sin saber apenas nada de sus parientes.
¿Cómo ocurrió? “Fue una suerte casi increíble”, explica la historiadora de la Universidad de Sidney y directora de la película, Emma Christopher, que avisa de que la historia tiene mucho de “cuento de hadas”.
Todo empezó en 2009, cuando Christopher se encontraba en Liberia y por casualidad enseñó un vídeo de danzas tradicionales que había grabado en Cuba a unos lugareños, que no salían de su asombro al reconocer algunos de aquellos rituales.
“No solo fue que lo reconocían y podían decirme cosas sobre ello que yo no sabía, era que estaban fascinados al ver cómo su cultura se había mantenido en la diáspora”, señala la directora.
“Me pidieron volver al día siguiente y alquilaron el lugar donde se reúnen para ver el fútbol. (…) Prácticamente todo el pueblo vino” a ver las imágenes, rememora.
Ese entusiasmo animó a Christopher a seguir enseñando durante dos años las imágenes tomadas en el municipio de Perico, en la provincia cubana de Matanzas, por distintos lugares de Liberia y la vecina Sierra Leona.
Para su sorpresa, esos cantos y danzas resultaron no ser una mezcla de rituales procedentes de distintos puntos de África, sino que tenían un origen muy específico: la remota región de Upper Banta, en Sierra Leona.
“¡Ellos son nosotros!”, el título de la película, fue lo que exclamó un hombre de la zona al ver la grabación tomada en Cuba, un país del que muchos de los habitantes de Banta nunca habían oído hablar.
Casi 200 años después, los Gangá-Longobá de Perico, un pequeño grupo de descendientes de esclavos llegados a Cuba en el siglo XIX, mantenían casi intactos los rituales de sus ancestros, con cantos en un idioma prácticamente desaparecido y que ninguno de ellos habla.
“Lo más sorprendente fue su aceptación inmediata”, explica Christopher sobre la reacción de los sierraleoneses. “Ver cómo, en un lugar que no tenía escuela hasta los años noventa, entendían la historia de que estos debían ser los hijos de las personas que se llevaron”, añade.
Y como en un buen cuento de hadas, la familia perdida terminó por reencontrarse, pues el equipo de “They are We” se encargó de llevar a cuatro cubanos a Sierra Leona para que conociesen los orígenes de su tradición.
Para la directora australiana, fue “una experiencia increíble ver la conexión entre personas que, de algún modo provienen de la misma cultura, pero que han tenido experiencias vitales inmensamente diferentes”.
“Ir a un país como Sierra Leona es como ir a otro planeta. Otra cultura totalmente distinta”, explica a Efe el cubano Javier Labrador, uno de los directores de fotografía del film, que destaca la hospitalidad que les brindaron los sierraleoneses.
“Haber sufrido tanto y aún así mantener el mejor carácter, la mejor alegría… Es increíble”, rememora el coproductor Sergio Leyva.
Christopher, que no descarta usar en el futuro pruebas de ADN para confirmar aún más los lazos entre las dos comunidades, considera que “hay probablemente otros relatos como este que no se han contado” en otros puntos de América.
Para otros, como Labrador, se trata de “una historia única”. No sólo por la inesperada conexión entre las dos orillas del Atlántico, sino también por cómo se encontró a través del “lenguaje universal” de la música.
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