La noticia de perfil
Como ustedes saben, mi pariente espiritual es entusiasta devota de la Virgen de Urkupiña que es venerada en Quillacollo y en todas las ciudades y pueblos donde viven los cochabambinos, debiendo confesar a mis lectores que mi parentesco con ella me arrastró a bailar ante su imagen y a pedirle milagros que muchas veces se produjeron, sobre todo en materia económica, que son una especialidad de la advocación de la mamita quillacolleña.
Esas circunstancias no fueron lo suficientemente poderosas para que desterrase de mi corazón a la Virgen de Copacabana, a la Virgen de Guadalupe y a la Virgencita del Carmen, por quienes siento mucho amor y devoción y les solicito milagros en otras especialidades, como ser favores referentes a salud, protección familiar y cuestiones laborales y otros asuntos, lo cual jamás revelé a mi comadre Macacha, porque la sé muy fanática; hasta que llegó este 16 de Julio, día de la conmemoración del grito revolucionario liderado por don Pedro Domingo Murillo y sus valientes compañeros del alzamiento contra la dominación española.
Fue ayer que con mi conocida valentía dije a la cholita cochabambina: “Hoy iremos a rezar juntos a la Virgencita del Carmen, por quien siento mucho amor y devoción, pues ella intervino en la revolución de 1809”.
Sorprendida mi comadre Macacha por el tono vibrante de mi voz y de mi decisión masculina y paceña, osó preguntarme quién era la Virgen del Carmen y qué había hecho aquel 16 de Julio junto a los paceños valientes e insurrectos.
Miré arrogantemente a la cochabambina que no había conocido la intervención de la Virgencita del Carmen en aquellos hechos y le narré con lujo de detalles la acción de los patriotas que, sacando en procesión a la imagen de la Virgencita del Carmen, aprovecharon esa ocasión para tomar prisioneras a las principales autoridades designadas por la Corona española. Y constituyeron la Junta Tuitiva en reemplazo de las autoridades ibéricas, mientras la Virgencita del Carmen guiñaba el ojo a los revolucionarios paceños liderados por don Pedro Domingo Murillo.
La cholita cochabambina descendiente de las Heroínas de la Coronilla quedó sorprendida por la intervención de la Virgencita del Carmen en aquella epopeya juliana en la que no había reparado anteriormente, manifestándome que me acompañaría orgullosamente a visitar a la Virgencita del Carmen, ocasión que aproveché para felicitar o recordar a las muchas Carmencitas, o Carmelitas que conozco, lo cual la puso algo quisquillosa, quien me aclaró que ella no se llama Macacha sino Margarita y que el nombre completo con que la había bautizado el cura de Quillacollo es verdaderamente Margarita del Carmen, lo cual nos puso muy felices.
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