La creencia, por parte de algunos gobiernos democráticos del continente sudamericano, de que Democracia implica hacer todo lo que quieran, tiende a tomar cada vez más cuerpo; no otra cosa significa que en Venezuela, Nicaragua, Argentina, Ecuador y Bolivia, los medios de comunicación -prensa, radio, televisión y comunicación alternativa- corran riesgos de ser clausurados o, por lo menos, amenazados permanentemente, presionados por el lado de cargas impositivas y, además, por “obligación” deben cumplir el ingresar en cadena con los medios gubernamentales.
¿Cuándo entenderán los que tienen poder político que la libertad de pensamiento de la que surge la libertad de expresión es lo mejor de las libertades de que pueda gozar el ser humano? ¿Cuándo se entenderá que libertad de expresión implica que los propios gobiernos y el pueblo estén informados, orientados, aprobados, criticados, orientados sobre todo lo que conviene a la colectividad? ¿Hasta cuándo subsistirá el criterio de que “los medios son enemigos de las ideologías de liberación de los pueblos”?
Si se trata de enemigos de derechos y libertades de los pueblos, no hay mayor ejemplo que los ejercidos por los regímenes dictatoriales como los que rigieron a la URSS con el comunismo, rigen hoy en los países que siguen aún las doctrinas comunistas, caso de Cuba, Corea del Norte y otros como Venezuela y Nicaragua y en países que si bien alcanzaron la liberación política, continúan atados a las doctrinas que propician y apoyan el menoscabo de todas las libertades porque también rige el criterio: “quien tiene poder económico y político tiene los poderes de decisión sobre sus pueblos”.
Hay posiciones equivocadas sobre los medios, los periodistas, editorialistas, columnistas y todos los que, de una u otra manera, emiten opinión. Todos ellos, sin distinción alguna, son hijos de la misma patria, de la misma tierra que gobiernan quienes buscan conculcar la libertad de prensa, de opinión, de criterio. Esos regímenes creen que la prensa y quienes laboran en ella son enemigos cuando la realidad muestra, a diario, que son los más asiduos defensores del país, la institucionalidad, la Constitución y las leyes; y otra cosa muy diferente es que sean contrarios a las arbitrariedades, a los gastos superfluos y dispendiosos, a la disponibilidad de dineros del pueblo que, festinatoriamente, realizan algunos regímenes. Son contrarios a todo lo adverso al país y, en resumidas cuentas, favorecen a los mismos gobiernos porque lo que señalan los medios y los periodistas es justamente qué está mal, qué debe corregirse, qué debe perfeccionarse, cómo debe administrarse el país, cómo deben funcionar las dependencias del gobierno. Todo eso ¿no es constructivo? ¿Desorienta? ¿Ofende? ¿Lastima? Y sólo ofende y lastima lo que falta a la verdad y lo que se hace o dice en contra de principios sagrados de honradez, verdad y responsabilidad.
Peligros serios para los medios y la libertad de expresión son ciertos y lo ocurrido hasta ahora en nombre de pseudo gobiernos socialistas o de extremas izquierdas radicales, son muchos y son de conocimiento de los regímenes que administran varios países que están muy lejos de sentirse demócratas cuando han vulnerado muchas leyes y disposiciones que obligan a respetar la libertad de pensamiento y de expresión como máximo derecho de los pueblos que nadie puede ni debe conculcar, amenazar, clausurar, condenar, censurar o restringir sus libertades.
La ley es clara, categórica y terminante: no se debe atentar contra los medios ni los periodistas ni quienes emiten opiniones mientras cumplan con honestidad y responsabilidad sus deberes. Mientras rija la Ley de Imprenta para el caso de Bolivia, nadie puede desconocerla ni minimizarla ni interpretarla a su gusto o conveniencia. Y así, en casi todos los países cuyas libertades de pensamiento y expresión peligran seriamente, rigen disposiciones claras a favor de la libertad de expresión.
Esta libertad es favorable, en primer término, para los gobiernos porque habría que preguntar: ¿Qué harían los gobiernos sin emisión de pensamiento, sin informaciones ni opiniones, ni criterios de la prensa? Que sus propios medios -que son muchos e incondicionales- cubrirían todo, es cierto; pero, ¿cuán creíbles serían? ¿Cuánto influirían sobre el bien común que es el pueblo? En fin, la libertad de pensamiento de la que proviene la libertad de expresión es también libertad para los que tienen poder político, económico y social; no es patrimonio sólo de los medios y quienes laboran en ellos; entonces, los males que se ciernen peligrosamente, a título de poder hacer lo que sea porque se tiene poder, afectan a todos sin discriminación alguna porque la libertad de pensamiento es derecho de todos.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |