“El rey de la cocaína. Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narcoestado” es el título del libro escrito por Ayda Levy, viuda del afamado narcotraficante cuya vida adquirió ribetes de leyenda. El libro revela hechos que nunca mencionó Suárez (1932-2000), o da más detalles de hechos conocidos por la prensa. Como toda actividad que genera inmenso movimiento económico, los tentáculos del narcotráfico abarcan actores, políticos, económicos, militares, policiales, instituciones como la DEA, CIA etc.
No cabe duda de la extraordinaria capacidad administrativa de Suárez, líder del cártel de la coca primero y de la cocaína después y resalta el respeto con que siempre lo trataron conocidos y sanguinarios traficantes como Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez, Pablo Correa y los tres hermanos Ochoa, líderes principales del cártel de Medellín. Resumo algunos de los pasajes más relevantes -a mi juicio- del libro.
El dictador Luis García Meza que gobernó Bolivia entre julio de 1980 y agosto de 1981, junto a su ministro del Interior Luis Arce Gómez (pariente de Suárez Gómez) propusieron a Suárez un plan a base de la producción y venta de cocaína, para financiar programas estatales y sacar a Bolivia de la pobreza extrema. Pusieron a su servicio mercenarios extranjeros (“Los novios de la muerte”) al mando del criminal de guerra nazi Klaus Altmann (Barbie). Según Levy los grandes traficantes del país ofrecieron a García Meza un financiamiento de cuatro millones de dólares para su golpe. Por presiones del Departamento de Estado de EEUU, García Meza destituyó a Arce Gómez y aconsejó a Suárez a ponerse a buen recaudo.
En su segundo gobierno (1982-1985) el Dr. Hernán Siles a través de su emisario Rafael Otazo solicitó ayuda económica a Suárez, que según Levy en 12 meses pasó de 150 millones de dólares, que no sirvieron para equilibrar la balanza fiscal, que remató en la devastadora hiperinflación.
Por invitación del general Arnaldo Ochoa, en enero de 1983 visitaron La Habana Suárez y Pablo Escobar, donde junto con Ochoa y el Ministro del Interior Pablo Abrantes, acordaron pagar diariamente un millón de dólares para tener la cobertura del gobierno cubano y el libre acceso a sus aguas territoriales y espacio aéreo. Luego en Cayo Piedra charlaron con Fidel y Raúl Castro. Después de 16 meses y del pago de casi 500 millones de dólares, el acuerdo finalizó en junio de 1984, porque Fidel Castro se enteró que Suárez y el cártel desarrollaban una sociedad paralela con el auspicio del general Manuel Noriega, gobernante de facto de Panamá, con la CIA y el gobierno costarricense, para generar ingentes recursos extraoficiales, que utilizaría la CIA para continuar apoyando a los contras nicaragüenses, ante la negativa de Washington a seguir respaldándolos.
La CIA transportaría el clorhidrato de cocaína hasta EEUU y el cártel se encargaría de su comercialización. Suárez, Escobar y la CIA recibirían cada uno el 30% de las utilidades y Noriega el 10%. En septiembre de 1986 luego de veinte meses de operaciones y habiendo cumplido la producción de 500 toneladas de cocaína acordadas con el Cnel. Oliver North, Suárez dio por finalizado el acuerdo de Panamá, no accediendo a las gestiones para extenderlo de North ni de Noriega primero y luego de Escobar y otros miembros del cártel, a los que más bien les anunció el fin de sus operaciones en general. Continuó el negocio solo. Después la CIA desataría una implacable persecución de Suárez y de su hijo Roberto.
En 1985 surgió un video en el que dos hombres fuertes de ADN, Alfredo Arce (ex ministro del Interior) y el Gral. Mario Vargas (ex ministro de Trabajo) aparecían compartiendo con Suárez. La tarde en la que el Congreso puso fin a las sesiones investigativas, en un contacto con la cadena televisiva RTP, Suárez acusó a la coalición de gobierno Banzer-Paz Estenssoro y a todos los anteriores gobernantes desde finales de la década del setenta, de ser y haber sido cómplices del narcotráfico, bajo la protección de la CIA y la anuencia del gobierno de EEUU. El canal fue clausurado y su propietario Carlos Palenque fundó su partido Conciencia de Patria, adquirió luego notoriedad, y se convirtió en importante líder político populista.
Luego de su acordada entrega el 20 de julio de 1988, Suárez fue condenado a 15 años de prisión, pero fue liberado en 1996 y murió en 2000 de un ataque al corazón.
En septiembre de 1982 Suárez envió una carta a Ronald Reagan, presidente de EEUU, ofreciendo entregarse si se liberaba a su hijo Roberto y si EE UU pagaba la deuda externa de Bolivia, de más de 3.000 millones de dólares. En noviembre de 1983 su hijo fue absuelto -y liberado- por cargos de tráfico de cocaína en Miami.
Levy indica “Los mayores beneficiarios de las millonarias ganancias generadas por el tráfico de drogas no fueron los pobres, sino los gobernantes de los países involucrados, los militares, los policías, las agencias antidrogas y de inteligencia bolivianas y norteamericanas, y los políticos de siempre”.
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