El 15 de julio se cumplieron 82 años del estallido de la llamada Guerra del Chaco, protagonizada por los países más pobres de Sudamérica, la misma que duró tres años, produjo alrededor de 25 mil muertos en cada uno de los bandos y determinó una escalada de la crisis económica entre las dos naciones adversarias. El escritor Augusto Céspedes la definió como una “guerra estúpida”.
Sobre ese enfrentamiento se ha escrito unos 200 libros, tanto en Bolivia como en Paraguay, y en ellos si bien se hace referencia al origen de esa guerra, no se estudia en forma concreta las verdaderas causas que la originaron. Se dice con frecuencia que fue provocada por intereses entre dos empresas petroleras, por asuntos territoriales, por antecedentes históricos, por culpa de alguna persona, etc. Sin embargo, en esos análisis subjetivos se soslaya la influencia y participación de Chile en ese sangriento e inútil choque armado.
En efecto, nuevas investigaciones revelan que esa guerra fue provocada por influencia directa de la oligarquía chilena, la misma que instigó a los gobiernos de La Paz y Asunción a provocar el conflicto. Tal instigación le dio amplios beneficios, al extremo de que se puede afirmar que el único ganador de esa guerra fue Chile, aspectos que son estudiados en el libro “La Guerra del Chaco tras las trincheras” (1).
En esa guerra Bolivia tuvo que luchar contra tres frentes: Paraguay, Argentina y Chile, sin contar otros de origen interno. Se trató de una triple alianza contra Bolivia, hábilmente digitada por la pérfida diplomacia del Mapocho. Paraguay movilizó grandes fuerzas armadas, Argentina lo colaboró con apoyo logístico, mientras la oligarquía chilena aportó con sus recursos políticos y diplomáticos, aunque aparentando neutralidad y hasta “apoyo” a Bolivia.
Entre 1925 y 1932 Chile enfrentaba una gravísima crisis económica y política, tanto de origen interno como externo. A la par, observó que Bolivia tenía una economía estable y una fuerza militar que amenazaba con recuperar el Litoral. También tenía problemas con Perú y Argentina. Inclusive sufrió un golpe político que estableció un gobierno comunista que duró algunos meses.
Ante esa situación, la diplomacia chilena instigó a Bolivia y Paraguay al enfrentamiento, primero provocó el suceso de Fortín Vanguardia (1928) y luego otros episodios menores, resueltos pacíficamente y, enseguida, el caso de laguna Pitiantuta. Finalmente la guerra estalló y Chile se vio libre de peligros externos para sofocar dificultades internas, lo que consiguió mientras sus dos vecinos se enfrentaban en una increíble guerra fratricida, aspectos revelados por nuevas investigaciones históricas y estudio de la bibliografía existente que sirven de base al libro citado.
Dicha investigación destaca que entre Bolivia y Paraguay existía una vieja y sólida amistad desde tiempos de su fundación y que los problemas existentes en 1930 no tenían la gravedad para producir una guerra. Es más, se estaban resolviendo por vías diplomáticas. Pero en esas circunstancias se produjo la intervención de la diplomacia del Mapocho y originó una guerra de triple alianza de Paraguay, Argentina y Chile contra Bolivia.
(1) Luis Antezana Ergueta. La Guerra del Chaco tras las trincheras. Academia Boliviana de Historia Militar. La Paz, Bolivia. 2014.
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