Política sin valores es material sin utilidad

Muchas veces, en las campañas electorales que desarrollan las diferentes agrupaciones político-partidistas, se siente la ausencia de valores y principios y se nota la ambición de llegar al poder sólo por el poder; estas conductas lastiman al pueblo que llega a desconfiar de quienes demagógicamente ofrecen soluciones para los diversos problemas.

Conseguir votos de la ciudadanía debe ser un objetivo, pero bajo las condiciones de respeto y consideración porque la democracia se sustenta en los partidos políticos y sobre todo, en los derechos del pueblo. Son dos fines que se cuida en democracia para evitar la reposición de gobiernos de facto o totalitarios, que han abundado en el pasado de nuestra República.

Los partidos políticos tienen que actuar de consuno con los intereses nacionales y no sólo viendo las urgencias y necesidades partidarias, no obrar en consecuencia es menospreciar los conceptos que se puedan formar los futuros votantes que, en el momento de votar, tomarán en cuenta muchos factores que hacen creíbles o no a los partidos que tercien en las elecciones.

La política partidista es, de algún modo, depositaria de la confianza del pueblo y a ello deben su existencia; que hay ciudadanos indiferentes ante los partidos políticos, es evidente; pero, en todo caso, no se debe olvidar que más temprano que tarde, son los partidos los que dan sustento a la democracia, aunque muchos de ellos renieguen de ella. Todo obliga, pues, a que guste o no, los partidos son importantes y necesarios para la colectividad. De ello tienen que tener conciencia los dirigentes partidistas y practicar valores con equidad, ecuanimidad y honestidad; de otro modo, serán como material sin utilidad y lo peor sería que, en democracia, los políticos que no tienen valores tengan vigencia, tengan vida participativa en los destinos de la nación.

Los partidos políticos deben ser el fundamento de la democracia y su participación en los procesos electorales debe ceñirse a condiciones de tener virtudes que hayan convertido en valores y principios; que la educación y la cultura complementen esos valores y así sean ofrecidos al país que pretenden administrar; en otras palabras, la política debería ser piedra angular sobre la que se sustente la vida del país; pero, para ello, es importante que esos partidos actúen con la suficiente sindéresis, honradez y responsabilidad en su actuar pre-electoral y muy luego en las funciones que logren por el voto o, en último caso, en el llano, donde deben hacer importantes estudios, propuestas constructivas, acciones dignas de la confianza que tiene en ellos el pueblo.

Finalmente, hay que reconocer que en ninguna política hay perfección, pero existen las condiciones, en su práctica, para perfeccionar o mejorar y ese debe ser el propósito de cada partido.