Cerca de un centenar de palestinos y 13 soldados israelíes murieron ayer en la jornada más sangrienta de la actual ofensiva de Israel contra Gaza, que podría convertirse en un punto de inflexión para acabar con una guerra que ya ha segado la vida de más de 430 personas, en su mayoría civiles de esa región.
Las milicias de Hamás y el Ejército israelí habían acordado una tregua de dos horas a partir de la una y media de la tarde. En cuanto vieron las ambulancias subir por la calle Al Beltayi, pequeños grupos de palestinos salieron de sus casas con los cadáveres de sus allegados. Otros escapaban calle abajo con sus hijos en brazos, sorteando los cráteres en el pavimento cubierto de cascotes y despojos, también humanos. La primera oleada de ambulancias en el barrio solo se llevó muertos. Entre el olor acre de las bombas y el de la goma ardiendo se distinguía también el de la carne quemada. La fase más intensa de los bombardeos en el barrio se había cobrado las vidas de 62 palestinos en horas; 17 eran niños.
En 13 días de operación israelí sobre Gaza han muerto 469 palestinos. Unos 120 solamente este domingo (incluido un periodista local de televisión).
Israel anunció que sufrió 13 bajas militares, la jornada más mortífera desde la guerra de Líbano de 2006. Los soldados israelíes muertos alcanzan así los 18. La noche del domingo un portavoz del brazo armado de Hamás anunció en una rueda de prensa la captura de un soldado israelí, identificó como Shaul Aron. Israel no lo confirmó. El último soldado que cayó en manos de Hamás, Gilad Shalit, pasó cinco años cautivo en Gaza. En 2011 fue canjeado por 1.000 presos palestinos.