Jaime Coaquira Mamani
Muchas unidades educativas de comunidades rurales abrieron sus puertas para recibir a todos los niños que, por supuesto, sienten mucha emoción por regresar a las aulas. Vuelven con semblantes de felicidad, porque en la escuela encuentran una serie de interacciones con sus compañeros cuando disfrutan del recreo, del almuerzo, al medio día y en el momento del retiro de las escuelas, cuando retornan en grupo a sus hogares.
Es más, la escuela para ellos es el segundo hogar, el profesor su segundo padre, ya que muchas escuelas están dotadas de infraestructura aceptable, servicios básicos y equipamiento de materiales. Por esas razones, para muchos de los niños resulta significante la escuela. Citaremos una de ellas, al pasar clases de computación los niños muestran un ánimo somático, porque la informática significa novedad, de tal manera que se empeñan a explotar la computadora en sus diferentes programas. Asimismo, en horas extras o de aula solicitan al profesor que traiga su computadora portátil dotada por el Gobierno. Estas y otras vivencias diarias en la escuela hacen que los niños encuentren una esencia de encariñamiento con la escuela y el profesor, al margen de las otras actividades recreativas.
Por otro lado, contrariamente al caso anterior, el descanso pedagógico para los niños significa el retorno al trabajo físico en sus hogares. Es que muchos de los padres aprovechan estas vacaciones haciendo trabajar a sus hijos en una serie de actividades físicas, como el trabajo agrícola, el cuidado de ganado, el traslado de la cosecha de productos, algunos de minería, otros de pesca y no faltan los trabajos cotidianos de la casa. Es que muchos padres de familia no tienen suficiente conciencia sobre la importancia que tiene la educación, olvidando y desmarcándose de los derechos que tiene un niño. Pero más bien los padres deberían apoyar la continuidad en la formación de sus hijos, recordándoles los contenidos temáticos impartidos por el profesor.
Estas dos realidades vividas en la escuela y el hogar son cotidianas rutinas de vida, que enfrenta todo niño del campo, por lo que de alguna manera, con el pasar del tiempo, habría que hacer algo.
El autor es profesor.
Correo electrónico: coaquira.jm@jhotmail.com
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