Desnudos ante los chutos

Son solamente 33.000, dice el gobierno, pero los autos chutos que circulan en el país han tenido la virtud de mostrar la crisis del Estado boliviano.

La Aduana dice que los responsables son los que venden combustible a esos autos, y la ANH dice que son los alcaldes los responsables, que a su vez dicen que es la policía la que debe ocuparse de esto; los cocaleros dicen que los culpables son quienes dejan entrar esos autos al territorio, pero quienes se llevan la flor son los conductores de estos autos de la región andina de Cochabamba: el culpable es el cambio climático.

La ocurrencia es genial. Carmelo Alarico, vocero de los dueños de chutos de las provincias Bolívar, Tapacarí y Arque dijo que ellos están forzados a usar autos ilegales en el campo porque los animales de carga se han ido muriendo debido… al cambio climático.

Más o menos que el agujero en la capa de ozono es el responsable de que la Aduana no frene a los chutos en la frontera con Chile, que la policía no pueda entrar al Chapare para confiscar los autos, que los alcaldes den certificados de circulación, que los policías vendan “vacunas” con el mismo propósito, que el gobierno mire para otro lado sin admitir que todo esto es resultado de que el Estado boliviano está dejando de existir.

Si los dueños de chutos expulsan a la policía a patada limpia del Chapare, de Yapacaní, de Challapata, de Uncía, de Rurrenabaque, de San Buenaventura, de las provincias andinas de Cochabamba… y otros lugares, es que el Estado no puede atender a todo el territorio nacional.

Bueno, si tampoco puede evitar que los cocales crezcan y se consuela con los informes incompletos de la ONU, que los cooperativistas mineros asalten minas privadas, que grupos de mineros invadan tierras en Santa Cruz para explotar oro destrozando la tierra y envenenando los ríos, si no puede evitar el ingreso de la ropa usada y su reexportación…

En fin, que estos chutos vienen a abrirnos los ojos. En estos años el Estado boliviano se ha rendido ante actividades ilegales. Para llegar a la situación en que está Somalia en este momento, un Estado fallido, quizá falte un poco, o mucho, pero está claro que este es el camino para llegar a ese fin.

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