IV
Para concluir esta revisión de algunos aspectos contemplados en la reunión del G77, en esta oportunidad, me referiré a:
“Desarrollo agrícola y seguridad alimentaria.
68. Reafirmamos que el hambre es una violación de la dignidad humana e instamos a que se adopten medidas urgentes en los planos nacional, regional e internacional para eliminarla.
69. Denunciamos que las subvenciones y otras distorsiones del mercado impulsadas por los países desarrollados han perjudicado gravemente al sector agrícola de los países en desarrollo…
71. Ponemos de relieve la necesidad de fortalecer la capacidad de nuestros países, en especial mediante la cooperación internacional, para salvaguardar y mejorar la calidad de la nutrición de nuestros pueblos, promoviendo sus prácticas productivas, culturales y ambientales.
72. Ponemos de relieve también la urgente necesidad de intensificar en los planos nacional, regional e internacional los esfuerzos para alcanzar la seguridad alimentaria…
76. Reafirmamos que la biodiversidad y el valor nutricional de la quinua la convierten en un elemento clave para la seguridad alimentaria, la nutrición y la erradicación de la pobreza, así como para promover los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas andinos.
79. Destacamos la necesidad de hacer frente a las causas profundas de la inestabilidad excesiva de los precios de los alimentos, incluidas sus causas estructurales, en todos los niveles…
81. Declaramos que la agricultura familiar y las pequeñas explotaciones agrícolas son una base importante para la producción sostenible de alimentos orientada a lograr la seguridad alimentaria (resolución 66/222 de la Asamblea General)”.
En relación con los anteriores aspectos, cabe señalar que se echa la culpa a los países desarrollados por algunas de las medidas que ha adoptado en los últimos 50 años, para preservar su propia seguridad alimentaria, al mismo tiempo que se pide la cooperación internacional para contribuir a la solución de este grave problema.
Qué es lo que uno puede apreciar en el ámbito de la política nacional, ¿que se ha hecho en los últimos años de “cambio”?, ¿hemos avanzado o hemos retrocedido? La quinua es un caso simbólico. El Perú y Bolivia han hecho una campaña internacional para hacer conocer este seudo cereal. Como resultado más de una veintena de otros países ya lo están cultivando, los precios se han disparado en el mercado interno como resultado de la fuerte demanda internacional, mientras que sólo queda un 10% de lo que se produce para consumo interno a precios prohibitivos para la mayoría de la población.
Esto resulta incoherente frente a los ataques que se lanza contra otros productos de nuestra canasta de consumo, caso soya, arroz y recientemente carne, donde se establece restricciones para la exportación, o el caso del trigo, que hemos pasado de importar grano mayormente a importaciones de harina de trigo, liquidando prácticamente nuestra industria molinera.
Lo más crítico, no se avanza en mejorar la productividad, lo cual se traduce en rendimientos muy bajos por Ha., altos costos por los productos que no pueden competir con la producción importada. Las importaciones de alimentos para el periodo 2012-2013, correspondientes a alimentos y bebidas más bebidas y tabaco, sumaron US$ 641.262.786, una cifra considerable para nuestra economía que contradice el concepto de soberanía alimentaria. Ya que como apunta el director del CIPCA en un reciente análisis: “ni una sola vez se hace referencia a la soberanía alimentaria, noción sobre la que el Gobierno boliviano hizo un enorme esfuerzo en el desarrollo normativo”. (Suplemento IDEA, julio 6/2014).
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