Oposición que busca ganar y logrará triunfo contrario

La colectividad nacional esperaba, a tres meses que faltan para las elecciones del 12 de octubre, que los partidos políticos -de oposición y del oficialismo- hayan aprendido de sus propios errores y actuarían en consonancia con los intereses nacionales; pero, no ocurre así y son los partidos: primero el de gobierno, MAS, que lidera campañas contra sus posibles oponentes y no cuida que en sus propias filas hay división y que la unidad demostrada hasta hace ocho años pasó y es solo recuerdo.

En segundo lugar: los partidos o grupos políticos de oposición no aprenden de los errores ajenos y menos de los propios porque cometen las mismas faltas que los disminuye, porque saben muy bien que la desunión, el transfugio -llamado vulgarmente “pasa-pasismo” y “camaleonismo”- no son buenos caminos para asegurarse éxitos electorales. Al contrario, son yerros muy graves cuyas consecuencias pagarán los oponentes al actual régimen.

Si nos remontamos a la historia de los partidos políticos de los primeros cincuenta años del Siglo XX, veremos cómo la mayoría ha periclitado tan sólo por desunión, por deslealtades y transfugios. Se ve cómo mentes preclaras han derivado en hechos contrarios a la unidad, la verdad, la honradez, la decencia, la rectitud y otras virtudes hasta llegar a la disolución de muchos partidos que, algunas veces, han renacido a la vida política con diferentes nombres, pero, el pueblo ha sabido catalogarlos en debida forma. Esos partidos, con su conducta, han sembrado dudas y desconfianzas hasta llegar a periclitar definitivamente.

Efectivamente, la conducta de muchos militantes de alta jerarquía, ha dado lugar al resquebrajamiento de esos partidos y, si a ello han contribuido los regímenes “revolucionarios”, han caído fácilmente en sus redes y han sido absorbidos por el partido imperante. Posiblemente, de estas conductas de transfugio -que no son otra cosa que conveniencias- han salido o se han perfeccionado muchos sistemas de corrupción, de vandalismo partidista y de buscar el poder por el poder sin importar el país y, por supuesto, “tener” al partido, como instrumento para satisfacer en mejor forma las ambiciones e intereses personales y sectarios.

No hay un caso en la historia de las “revoluciones” que no haya degenerado en la corrupción, tan simplemente porque, según justificaciones de los propios dirigentes partidarios, “no hay proceso totalmente limpio cuando se busca cambios estructurales y, con ello, la corrupción se hace parte e instrumento”. Este razonamiento ha dado lugar a que muchos “revolucionarios” traten de “hacerse del gobierno” para imponer doctrinas que, muy poco después, han quedado obsoletas.

Así, dentro de la política partidista y del juego de nuestros políticos se establece en estos días que con todo, directamente o no, por uno u otro medio, favorecen al partido del presidente Morales para su re-reelección que, bien se sabe, es inconstitucional o en otras palabras, contraria a los principios democráticos, a la institucionalidad y, lo peor, a la confianza y apoyo original (elecciones de 2005) que había dispensado parte del pueblo porque, se dijo, “se cambiaría todo lo negativo para el país”.

El pensador y filósofo boliviano, Franz Tamayo, dijo: “La libertad política es la mayor institución jurídica del pueblo”; tal verdad, lamentablemente, no ha calado en la conciencia de los políticos y de ahí la demostración de hacer lo que no se debe, de pregonar unidad en todo sentido y terminar en la dispersión hasta el extremo de que, a tres meses del proceso de elecciones, hayan cinco candidatos que, en resumidas cuentas, muestran mucha soberbia y petulancia porque cada uno se siente “seguro ganador” o, por lo menos, el que logrará lugares importantes en las cámaras legislativas.

La colectividad espera dos hechos: que el Presidente, si es re-reelegido, haga conciencia de lo que significa ello; que, se proponga gobernar al país en sana, honrada y responsable administración; que, finalmente, corrija sus errores y, si posible, mejore lo bien que haya hecho. Por su parte, los opositores, si logran importantes asientos camarales, que los asuman con honradez y responsabilidad, especialmente los elegidos “a dedo” como son senadores y diputados plurinominales, que cumplan sus funciones a cabalidad, con moralidad y sentido de país; que enmienden los yerros pasados de quienes eran senadores y diputados y logren coherencia con todos los miembros de ambas cámaras que estarían obligados a actuar con la sindéresis necesaria.

Siendo muy optimistas -o ingenuos- habría que esperar cambios positivos en todos los candidatos y sus adherentes y sean en bien de un proceso electoral limpio, con rectitud y dignidad, con decencia y moralidad de modo que sea en el gobierno unos y los otros en la oposición y parte en el Legislativo, actúen con la mesura, la caridad con el país, la honradez y responsabilidad que exige un efectivo y constructivo servicio; lo contrario, será ahondar los males que hoy sufrimos en todo sentido.