Me duele mucho el Pilcomayo (II)

Hay muchos informes realizados por organismos internacionales en los que se demuestra la presencia de altos niveles de metales pesados como el plomo, cadmio, zinc, arsénico y otros. En su trayecto por Chuquisaca y Tarija el río Pilcomayo riega gran cantidad de sembradíos, las comunidades que habitan en sus riberas consumen agua directamente del río y nosotros aquí (en Yacuiba) consumimos todo el año peces.

Se ha demostrado que en las agallas, huesos, vísceras de los peces existe mucha presencia de los metales pesados, lo que hace que los estudios concluyan recomendando la prohibición del consumo de los peces. Todo el año se consume pescados del Pilcomayo. En invierno el rico sábalo y todo el año el surubí, el dorado y el bagre.

Según los expertos, los que consumen productos (vegetales/animales) contaminados con metales pesados, tienen consecuencias en 5 a 10 años, provocando daños severos en el sistema nervioso y respiratorio.

A pesar de lo que digan las autoridades que pretenden poner paños fríos al asunto, la verdad es que estamos ante una verdadera emergencia ambiental. Este tipo de accidente no es natural, sino provocado por el hombre que ocasiona pérdidas de vidas humanas, animales, vegetales, daños ambientales.

Insisto. Un informe de la Gobernación de Chuquisaca afirma que las aguas del Pilcomayo están contaminadas y que ponen en riesgo la salud de los pobladores de al menos 26 comunidades asentadas en la ribera (9 municipios).

El informe dice que la constante exposición de la piel y el consumo del agua y de alimentos contaminados con las sustancias tóxicas dan lugar a malformaciones congénitas, disfunciones renales, cáncer, males hepáticos e inmunológicos, que provocan cuadros de morbilidad crónica entre la población afectada. Por si esto fuera poco, los agentes contaminantes de la minería ejercen asimismo efectos de perturbación en la fertilidad de los suelos, pastizales y cultivos; además de promover el deterioro de la biodiversidad acuática y de los ecosistemas terrestres. ¿Qué tal?

Llama la atención que sea la Gobernación de Chuquisaca la que muestre su mucha preocupación, y las autoridades de Tarija queden mudas y de brazos cruzados. La comunidad internacional ha reaccionado de forma inmediata ante la crítica situación, y nosotros torcemos la cara.

El río de 2.426 kilómetros drena una cuenca de 270.000 Km2 y recorre 3 países de la cuenca del Plata: Argentina, Paraguay y Bolivia. Es el principal curso y fuente de agua dulce y alimento para muchas poblaciones asentadas en sus orillas y áreas de influencia.

Los expertos consideran que la remediación del impacto medioambiental será muy difícil. El actual ministro del sector, César Navarro, ha admitido que el Estado no controla los diques de colas y calificó de grave incidente no sólo por sus implicaciones en la salud de la población ribereña, sino porque es el principal curso y fuente de agua dulce y alimento para muchas poblaciones asentadas en sus orillas y áreas de influencia.

El director departamental de salud de la Gobernación de Chuquisaca, Martín Maturano, dijo que la contaminación “podría provocar en la población que vive en sus riberas el aborto espontáneo, afecciones gastrointestinales, cáncer, malformaciones congénitas y retardo mental en los niños”. Añadió que cuando las personas consumen de forma prolongada plomo, cadmio y arsénico, que son metales pesados, pueden provocar los síntomas de “afecciones gastrointestinales como son diarreas, vómitos e inapetencia”.

Es hora de parar el despilfarro y pensar en lo que verdaderamente es importante y urgente para nosotros. A este paso, nuestros hijos conocerán el sábalo sólo por fotografías que se publica en el Facebook y videos en YouTube.

La sabiduría indoamericana dice: “Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta de que no puedes comer dinero”.

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