[José Alberto Diez de Medina]

Del monte Aventino al Potosí


En 1804 estaba muy joven aún Simón Bolívar; en París admiró y vio al Primer Cónsul, triunfador de batallas incontables. En un periplo por Europa, dilapidando dinero en aventuras juveniles, al fin encontró a su gran maestro Simón Rodríguez, quien en confidencia le manifestó que aún era millonario gracias a sus previsiones y administración de sus posesiones, dándole una luz para sus sueños.

Pero en agosto de 1804 se encontró con el sabio Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, a la vuelta del primero después de su extenso viaje a la América meridional. Amigo suyo, alguna vez habían coincidido, en continúas charlas, acerca de que se debería realizar una empresa sublime: la libertad del nuevo mundo.

Humboldt, partícipe de esa luminosa idea, preguntó a Bolívar: ¿Dónde encontraremos al líder de esa empresa?

Él respondió: Iré a buscarlo a mi patria.

¿Y si no lo encuentra?

“Lo formaremos”, fue la respuesta.

Hasta que un día, acompañado por el maestro Simón Rodríguez, llegó a Roma, y en medio de ruinas llenas de historia, en la cima del monte Aventino, como si viniera súbitamente un fuego interior heroico, arrancó desde sus entrañas un juego de palabras, una oración y más que nada un juramento: “No daré descanso a mi alma, ni a mi brazo mientras no arroje de la América al último de los déspotas y sanguinarios españoles”.

Terrible juramento, que a oídos de su maestro, parecía algo inverosímil, producto quizá de una fogosa juventud o tal vez de un terrible delirio que rayaba en la locura.

Y el tiempo paso a paso señalaba que aquello sí sería una realidad, que los alcances de ese juramento se estaban cumpliendo a cabalidad, porque no descansó su alma; y su brazo mantuvo la espada fulgurante del patriota hasta las épicas batallas de Junín y Ayacucho.

Hasta que el 26 de octubre de 1825, a más de 21 años de ese juramento, Bolívar inició la ascensión a la cima del famoso Cerro rico de Potosí, lleno de plata, famoso en el mundo entero, pues había cumplido el juramento, había dado libertad a cinco naciones, y más que nada había derrotado al imperio español, arrojándolo fuera de la América.

Esa ascensión significaba el cénit de su destino, la apoteosis del final de esa carrera libertaria. En la cima del Potosí se escuchaba loas al Libertador, seguidas de poesías, con versos sobre los ideales de cada una de las repúblicas liberadas. Acompañaban su paso sus generales, coroneles y oficiales, que llegaron a ser grandes capitanes de la historia de América.

Ya en la cima el Libertador, concluyó esos hermosos momentos, con estas palabras: “Venimos venciendo desde las costas del Atlántico, y en quince años de una lucha de gigantes, hemos derrocado el edificio de la tiranía...”. Añadió: “En cuanto a mí de pie, sobre esta mole de plata, que se llama Potosí, y cuyas venas riquísimas fueron por trescientos años el erario de España, yo estimo en nada esa opulencia comparada con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de la Libertad....”.

Sociedad Bolivariana de Bolivia. Fundada en 1936.

TITULARES

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (753 Kb)      |       PDF (368 Kb)



Caricatura


Sociales

BIENVENIDA AL ALCALDE DE BONN

Los anfitriones Peter y Abeba Linder, el alcalde alemán Jürgen Nimptsch, Maricruz Ribera y el alcalde paceño Luis Revilla.

SALIÓ LA REVISTA BIMESTRAL FUENTES 31

Mary Money, Luis Oporto, Carola Campos y Edgar Ramírez.