Antagonismo para lo que serán mañana: ancianos

El sufrimiento y frustración de los jubilados es dramático y todo porque el Ministro de Economía muestra complejos muy serios en contra de quienes se encuentran en la tercera edad y que, en su mayoría, perciben escasas rentas que no les alcanzan para sobrevivir dignamente. La muestra de complejos, odios o antagonismos hacia personas que han llegado a la ancianidad y que, además, han prestado servicios en la actividad pública o privada la mayor parte de sus vidas es, simplemente, deseo insano de hacer daño, de mostrar una “juventud” que está a punto de terminar y que, pronto, muy pronto, lo tendrá en las mismas condiciones de edad de quienes reclaman mejores tratos, aunque en el caso concreto del Ministro, seguramente no habrá necesidades.

Los ancianos del país reclaman en justicia el reconocimiento de aumentos prometidos y que las arcas del Estado se encuentran en posibilidad de pagar; además, no se trata de regalos o dádivas graciosas, se trata de utilizar medios financieros que los jubilados han aportado de sus salarios o sueldos mientras han trabajado. ¿Qué sentimientos de insanía atacan a quienes poseen poder político y ocupan cargos de servicio a la comunidad y dentro de ella a los ancianos?

El pretexto está en que “no hay presupuesto”. Sin embargo, nótese que el actual presupuesto en vigencia ha considerado un precio del barril de petróleo de $us. 75.- para el cálculo de diversos ingresos presupuestados, aunque la realidad es que en el año, por diversas causas el precio internacional del barril de petróleo ha fluctuado entre los $us. 90.- y $us. 100.- el barril, lo que afecta favorablemente a los ingresos por la venta de gas al Brasil y Argentina. Se dice, reiteramos, que “no hay presupuesto”, pero hay dinero disponible y más para gastos festinatorios y que responden a políticas dispendiosas en cuestiones que el país no necesita, en obras deportivas que están fuera de lugar y en adquisiciones innecesarias o en compras que favorecen sólo a la vanidad y comodidad de pocas personas. Se gasta en compras –como en el caso de las barcazas chinas, inversiones en industrias que no funcionan, etc.-; realización de seminarios y reuniones donde se gasta a manos llenas.

Grave es la situación de quienes se debaten en la pobreza y que, además, deben vivir reclamando lo que legítimamente les corresponde y este es el caso de ancianos que sirvieron, y mucho, al país, a sus comunidades y conformaron familias que, en casos, solventan algo de sus necesidades, pero la mayoría no puede hacerlo por no tener los medios.

Todo muestra que por la “voluntad creativa” del Ministro de Economía faltaría imitar a ese ministro japonés que pidió que “quienes hayan cumplido sesenta años dejen de medicarse”, como una invitación a la muerte, seguramente porque se los considera una carga para un país rico y desarrollado. Es de esperar que esa tentación no la tenga el funcionario que, por complejos, no quiere atender lo que en justicia es derecho de los jubilados, personas que no pueden trabajar porque no hay puestos de empleo y si hubiese, pocos estarían en condiciones de cumplir debidamente las funciones encomendadas y tampoco habría empleadores para quienes no cuentan ya ni con la capacidad ni las energías que se requiere para la realización de cualquier labor.