El Día Histórico – 28 de julio de 1783
“En la ciudad de Mariana de Caracas, en 30 de julio de 1783, el doctor Juan Félix Jerez y Aristeguieta, presbítero, con licencia que yo el infrascripto Teniente cura de esta santa iglesia catedral le concedí bautizo, puso óleo y crisma y dio bendiciones a Simón, José Antonio, de la Santísima Trinidad; párvulo que nació el 24 del corriente, hijo legítimo de D. Juan Vicente Bolívar y de doña María Concepción Palacio y Sojo, naturales y vecinos de esta ciudad. Fue su Padrino D. Feliciano Palacio y Sojo, a quien le advirtió el parentesco espiritual y obligación. Para que conste lo firmo. Fecha ut supra.
Bachiller Manuel Antonio Fajardo”.
A los 15 años de edad, Bolívar fue enviado a Europa a completar la esmerada educación que había recibido en su suelo natal. Hallándose en España, el príncipe de Asturias (después Fernando VII), lo invitó a jugar a la raqueta en Aranjuez y Bolívar le dio con el volante en la cabeza.
¿Quién hubiera anunciado a Femando VII que tal accidente era un presagio de que el joven americano debía arrancarle la más preciosa joya de su corona?
Más tarde, Bolívar visitó Roma y en presencia de su maestro, Simón Rodríguez, juró en el monte Sacro libertar a su patria de la servidumbre que yacía. Después de presenciar la coronación de Napoleón I, volvió a Venezuela y se alistó entre los patriotas que trabajaban por su independencia.
De triunfo en triunfo, y de grado en grado ascendió hasta alcanzar el título de Libertador y Padre de la Patria. Desde 1812 hasta 1824, ganó 24 grandes batallas y más de cien combates de segundo orden.
Proclamada la independencia de Colombia, Bolívar fue nombrado presidente de la nueva república, dándole amplias facultades para la reorganización del país.
El 26 de julio de 1822, Bolívar celebró con el general José de San Martín, el libertador de Argentina, Chile y el Perú, la célebre conferencia de Guayaquil. San Martín se vio empequeñecido ante la figura de Bolívar, reconoció su superioridad y le dejó el campo retirándose a la vida privada. ¿Qué mágico poder ejercía Bolívar para alejar así de la escena americana al libertador del sur?
Dueño absoluto de la situación, Bolívar pasó al Perú, y él fue el verdadero libertador de esta nación, porque cuando el general San Martín se retiró, ofuscado por el brillo del héroe venezolano, en el Perú existía un poderoso ejército español, fuerte de 18.000 hombres, a órdenes del virrey La Serna.
Un día en que la causa peruana estaba pérdida, las tropas libertadoras aniquiladas, el ejército enemigo encima, y él, enfermo en Pativilca, uno de sus generales le preguntó: Y ahora, ¿qué piensa usted hacer? ¡Triunfar! - fue su rápida respuesta. Y triunfó.
Después de asegurar la independencia de América, en Junín, triunfo precursor del de Ayacucho, Bolívar vino al Alto Perú en agosto de 1825. El Congreso constituyente declaró la independencia de estas provincias constituyéndolas en república democrática con la denominación de “Bolívar” en homenaje al Libertador, a quien lo nombró su primer presidente.
Hallándose en Potosí, de paso a Chuquisaca, Bolívar ascendió al famoso cerro, en octubre de 1825, y una vez en la cima, tomó en la mano la bandera de Colombia, y pronunció un discurso “que electrizó a todos los que le oían”. “De pie sobre esta mole de plata -dijo-, que se llama Potosí, y cuyas venas riquísimas fueron 300 años al erario de España, yo estimo en nada esta opulencia cuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de la libertad, desde las playas del Orinoco, para fijarlo aquí, en el pico de esta montaña, cuyo seno es el asombro y la envidia del Universo”.
Bolívar ejerció el mando supremo de Bolivia, desde agosto hasta diciembre de 1825. Volvió al Perú, y de allí a Colombia, donde se vio envuelto en las convulsiones políticas que amargaron su existencia hasta hacerlo exclamar: “Los que hemos luchado por la independencia, hemos arado en el mar”.
Olvidado y abandonado por sus amigos, Bolívar bajó decepcionado al sepulcro el 17 de diciembre de 1830, cuando sólo tenía 47 años de edad.
En el testamento que otorgó 7 días antes de morir, Bolívar dejó estampada esta cláusula: “Es mi voluntad que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia, a nombre de aquel pueblo; se la devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto que aún en mis últimos momentos conservo a aquella república”.
Esta es la medalla que hoy sirve de insignia nacional al presidente de la República de Bolivia.
EL DIARIO, 24 de julio de 1922, 1925, 1926, 1927.
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