Jerusalén Feb. 1997.- El juez Gabriel Shtrasman de Tel Aviv, en una sentencia sin precedentes, ordenó poner en prisión a un ciudadano que, en contra de sus disposiciones, tenía conectado su teléfono celular, que sonó en medio de una audiencia.
Agentes de la policía que prestan servicio en el tribunal condujeron al hombre a una celda en el subsuelo del edificio. Informó en esa ocasión la prensa local.
El escarmiento entre rejas duró sólo diez minutos y fue liberado, pero, aparentemente avergonzado el hombre, no regresó a la sala donde asistía a un juicio, informó el diario “Maariv”.
Poco después de ese incidente, volvió a sonar en el juzgado otro teléfono celular, esta vez el de un investigador policial que se encontraba en la sala para prestar testimonio, y que ignoraba la advertencia que había hecho el juez al comenzar la audiencia.
En este caso, y aparentemente por tra-tarse de un servidor del orden, el magistra-do se conformó con pedirle que desconec-tara el celular mientras estuviera en el tribunal.
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