Es demasiado frecuente en el país la mala utilización de algunos términos y palabras de carácter político, lo cual revela o poca sinceridad de algunas personas que las utilizan o un intento deliberado de ilusionar a la ciudadanía.
Por ejemplo, se da el caso ocurrido a principios del siglo pasado, cuando llegó al gobierno el Partido Liberal y haciendo gran despliegue del concepto liberalismo, no practicó ese sistema en ninguna forma y, por el contrario, aplicó medidas antiliberales, manteniendo al país en el atraso.
No se debe olvidar, en primer lugar, que liberalismo es la definición del sistema capitalista de producción, que se basa en la práctica de la libertad económica y política que, en algunos casos, llega al extremo de “dejar hacer y dejar pasar”, método que con sus luces y sombras, se practica en importantes naciones europeas, Estados Unidos y que se está poniendo en práctica con creciente velocidad en países donde se llegó a imponer un sistema antiliberal que negaba, inclusive, la libre competencia y condujo a catastróficos resultados que tardíamente se trata de enmendar.
En el caso boliviano, la mala utilización de los términos políticos no sólo se produjo en torno a la palabra liberalismo, sino, por ejemplo, al término “socialismo”. En efecto, se hizo gran despliegue de esa palabra e inclusive algunos gobernantes ofrecieron poner en práctica esa ideología. Sin embargo, ya sea por equivocación o con el fin de engañar a la población (en especial a los obreros), no se ejercitó ese sistema ni por asomo.
Es más, al contrario de todas las prédicas, ciertos llamados “izquierdistas” cuando llegaron al poder, en vez de ir al socialismo, lo que hicieron fue oponerse a todo desarrollo económico y restauraron obsoletos sistemas coloniales y feudales, poniéndose en forma directa al servicio de los partidos más conservadores.
Varios casos se puede citar, en ese sentido, en la historia política de Bolivia, pero el más destacado es aquel de un partido que se titulaba como “marxista-leninista”, que derrocó a un gobierno progresista, entregó el poder a las más atrasadas corrientes coloniales y feudales y colaboró con ellas… aunque para terminar siendo sometido a dura represión.
En el presente no se deja de observar ese inapropiado uso de términos políticos, como el caso de personajes del oficialismo que pregonan a tambor batiente el socialismo y el anticapitalismo y, en cambio, en los hechos permiten el desarrollo del capitalismo y hasta lo impulsan en todo sentido.
Sin ir lejos, en la campaña electoral actual no dejan de ocurrir esos fenómenos. En efecto, un candidato de una tienda política ha declarado que si su partido llega al poder aplicará el “sistema liberal”, pero si bien ese anuncio hace una oferta abstracta, en detalle ofrece aplicar un sistema que nada tiene de liberalismo y se limita a poner una capa de maquillaje barato al actual régimen semifeudal que más quiere hacer retroceder la historia que llevarla hacia delante (igual que con el reloj levógiro de la Plaza Murillo). Es más, esa oferta específica se limita a retocar asuntos secundarios y, por supuesto, deja en el total olvido los principales problemas de la realidad nacional, lo que permite concluir que entre los políticos bolivianos continúa sin variar el mal uso de los términos políticos.
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