Adolescentes de provincias se capacitan en panadería

Con el fin de apoyar a niños y adolescentes de las provincias, en situación de orfandad, abandono o de escasos recursos, el centro Méndez Arcos los capacita en el rubro de la panadería, iniciativa que llega a cubrir la alimentación de los centros de acogida dependientes del Servicio Departamental del Gestión Social (Sedeges). Su aliciente es que a través de su oficio de panadero pueden lograr estudiar y tener un negocio propio para salir adelante.

Dentro de la Feria Productiva llevada a cabo ayer en la Plaza San Francisco, también se encontró un espacio de la panadería del Instituto Méndez Árcos, centro que acoge a niños y adolescentes en situación de orfandad o escasos recursos, provenientes del área rural del departamento, quienes son capacitados para la producción de pan y todo tipo de repostería.

“He aprendido bastante, me gusta la panadería, quiero trabajar y estudiar, deseo en un futuro tener mi propio negoció, probar nuevas recetas y nuevas maneras de hacer todo tipo de panes”, señaló Juan, uno de los adolescentes que llegó al centro hace dos años por su interés en la repostería.

Luis, otro de los internos que acaba de cumplir 15 años de edad, manifestó que en el corto tiempo que lleva en el centro, ya aprendió a elaborar toda clase de panes, el aún no sabe qué hará en un futuro, pero por el momento le pone mucho empeño a sus labores diarias que inician a las 6.00 horas con el preparado de los insumos.

“Ellos elaboran el pan que se consume en los centros del Sedeges, hacen una producción de más de mil panes al día, además de pastelitos que se ponen a la venta externa. Así los alumnos que están en su último año de estancia ya son considerados maestros panaderos y están listos para ir a trabajar a cualquier panadería o pensar en abrir una propia”, señaló el profesor de panadería del centro Méndez Arcos, Félix Humeres.

Humeres manifestó que lastimosamente, muchas veces los sueños de estos jóvenes que día a día luchan por sobreponerse a la vicisitudes que les tocó vivir, se ven truncados, debido a la falta de sensibilidad de la sociedad, que muchas veces por su condición de abandono tienden a rechazarlos.