El Gobierno anunció que a partir de principios de julio del presente año los comercializadores de coca del Chapare y los Yungas de La Paz están autorizados para vender el 50 por ciento más de la hoja, tanto en los centros de consumo de Chuquiaguillo, en La Paz, como en Sacaba, Cochabamba.
La decisión del Gobierno establece que ahora los cocaleros podrán comercializar tres “taques” de coca y ya no sólo dos, lo cual significa que podrán vender cada tres meses 300 libras del producto, en vez de 200, como no ocurría hasta entonces. La decisión se habría originado en solicitudes de organizaciones gremiales de productores y comercializadores de ese artículo (calificado por unos como maldito y por otros como sagrado).
Según los datos económicos, la medida gubernativa se habría producido en vista de la creciente demanda de la hoja de coca, la misma que se originaría en el mayor consumo individual por el sistema de “pijcheo”, así como por los requerimientos de personas que estarían dedicadas a la exportación del producto o bien su utilización para fines ilícitos, como el “pisado” en las pozas de maceración, la elaboración de pasta base de cocaína, la misma que sirve para producir cocaína pura.
Pero la liberación para la mayor venta de coca a toda clase de consumidores no es tan simple que se diga, pues en primer lugar esa producción puede ser vendida entre tres y cuatro veces al año, lo cual querría decir que los comerciantes no sólo venderán 800 sino 1.200 libras en cada cosecha o sea entre diez y doce “taques” al año. El precio del “taque” en los centros de producción gira alrededor de 750 bolivianos, mientras en los mercados de las ciudades de La Paz y Sacaba se paga hasta 1.200 bolivianos por “taque”, lo cual significa una importante ganancia anual para los agricultores.
Sin embargo, la autorización para mayor comercialización de la hoja determinará, por un lado, aumentar la demanda, lo cual originará que también aumente la necesidad de producir mayor cantidad de coca, o sea la materia prima de fines que ya se sabe. En esa forma, lo que habría hecho el Gobierno con dicha liberación sería obligar a la producción de más coca, aunque, en forma contradictoria, anuncia que seguirá erradicando plantaciones del producto.
Es sabido que la producción determina el consumo, pero, a la vez, el consumo determina la producción, formándose así un creciente círculo vicioso de nunca acabar y eso es precisamente lo que ocurrirá con la medida que permite ventas más voluminosas de la hoja de coca.
De otro lado, al autorizarse el aumento de la comercialización de coca, los consumidores urbanos e industriales de esta hoja tendrán la oportunidad de aumentar su consumo tanto para fines de masticación como para la elaboración de derivados.
Se debe recordar que la economía es un conjunto de factores que comprenden producción, distribución, cambio y consumo, por lo que la decisión del oficialismo sería desarrollar aún más la economía de la coca en todos sus aspectos, vale decir permitir que ese régimen crezca de manera ilimitada.
Finalmente hay que señalar que la agricultura de la coca se basa en un capitalismo “salvaje” practicado por campesinos empresarios semifeudales y semicapitalistas que pagan salarios ínfimos, no cancelan beneficios sociales, hacen trabajar a sus obreros hasta 18 horas al día, les pagan en especie (coca), desconocen las leyes laborales, etc., es decir han convertido a sus trabajadores en colonos, a quienes someten a una pavorosa explotación, haciendo retroceder la economía del país a los tiempos anteriores a la reforma agraria de 1953.
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