Cuanto más avanza la humanidad en civilización, ciencia, tecnología y otros bienes, más presente está la contraparte que es el terrorismo que surge en diferentes partes del globo. Atentados dinamiteros, descarrilamiento de trenes, hundimiento de barcos, accidentes de toda laya en carreteras, aeropuertos y otros que, en su mayor parte, son atribuidos a acciones terroristas. En los últimos tiempos, se ha llegado a los peores extremos con la desaparición de un avión en el océano Índico y el estallido por la acción de misiles de aviones de pasajeros, causando la muerte de centenares de personas.
Vivimos un tiempo en el que se desquiciaron muchos grupos de personas que pregonan respeto a los derechos humanos y que en su obrar diario actúan en contra de los mismos; hay enfrentamientos entre fuerzas militares y civiles de varios países. Las acciones en la franja de Gaza, protagonizadas por palestinos e israelíes, adquieren cada día más cuerpo y las víctimas ya suman muchos centenares.
El terrorismo prácticamente actúa bajo el amparo de que nadie hace algo por contenerlo, porque la política en todos los países formula planes, llama a la unidad y la paz en el mundo, pide amnistía para quienes son perseguidos por razones políticas o religiosas, exige que los gobiernos actúen conforme a principios de amor, caridad, solidaridad, honradez y responsabilidad, pero nadie enfrenta con rigor a las organizaciones terroristas que propugnan la destrucción de todo lo que beneficie al ser humano.
Naciones Unidas tiene dependencias destinadas a promover la paz y el bienestar de los pueblos; sin embargo sus prédicas quedan en el vacío porque tampoco hace algo por contener la acción terrorista que socaba los cimientos de las sociedades provocando destrucción y, lo más grave, muerte de miles de personas. Es el terrorismo el que busca el perfeccionamiento de armas y son sus diversos grupos los que, así sea indirectamente, apoyan el accionar de los armamentistas que propugnan más enfrentamientos, más guerras, más matanza de seres humanos y mayor destrucción de bienes pertenecientes a los pueblos.
Son los fabricantes de armas que, desde posiciones cómodas, ven cómo sus aliados: narcotráfico, guerrillas, guerras, corrupción y destrucción de la institucionalidad, encuentran personas insanas dedicadas al terrorismo. Para los armamentistas, el principio “Si vis pacem parabellum” (Si quieres la paz, prepárate para la guerra) es medio eficaz para perfeccionar armas cada vez más mortíferas y realizar ventas multimillonarias que sirven para acrecentar sus utilidades y, además, aprovechan a pueblos que buscan libertad y bienestar.
Hasta ahora, toda política fracasa frente al poder absoluto del terrorismo que frena toda acción para el logro de la paz y la solidaridad entre los pueblos.
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