El señor Felipe Bulnes, agente chileno en La Haya, sostuvo que su país saldrá airoso de la demanda marítima que interpuso Bolivia en la Corte Internacional de Justicia, alto tribunal de la Organización de Naciones Unidas (ONU), invocando una solución de “buena fe” para su centenario problema, resultado de la reprochable invasión de 1879.
En consecuencia, el señor Bulnes afirmó: “Chile va a ganar este juicio” (EL DIARIO, julio 15, 2014).
El agente enviado por La Moneda ha generado, con esta aseveración, un clima de falsa expectativa, en la perspectiva de atenuar el recelo que ha originado el triunfo de los intereses peruanos en La Haya, en el pasado reciente.
Asimismo el propósito fue confundir a la opinión pública internacional que sigue de cerca el proceso legal boliviano que radica, desde abril de 2013, en la CIJ.
Los reflejos de aquella declaración, como no podía ser de otra manera, se sintieron también en Bolivia, causando hilaridad en las esferas políticas y entre los ciudadanos de a pie.
Y es que el señor Bulnes, al indicar que “Chile va a ganar este juicio”, no hizo otra cosa que asumir el papel de un ruin impostor, ya que La Haya deberá tomar, en su debido tiempo, la decisión definitiva, con respecto a la demanda marítima boliviana. Entonces se impondrá la verdad histórica sobre el particular. Y se opinará, pues, con conocimiento de causa. Jamás sin fundamento alguno, como lo hizo el señor Bulnes.
El agente chileno fantasea, delira y especula, tratando de justificar lo injustificable. ¿O quizá adolece de algún mal vesánico? Sería conveniente que se someta a un examen clínico.
“Bolivia busca alterar y modificar aquello que fue resuelto por el Tratado de 1904 y al ser una demanda que tiene ese propósito queda claramente estudiar la jurisdicción de la Corte”, reiteró, entre otras cosas, el señor Felipe Bulnes (EL DIARIO, julio 16, 2014).
Pero el Tratado de 1904, debe saber el señor Bulnes, no está incluido para su revisión en la demanda boliviana y por consiguiente no es objeto de controversia. No obstante que aquél fue muy perjudicial para los supremos objetivos de desarrollo nacional. Fue un instrumento tamizador para la actividad exportadora e importadora de Bolivia. Pruebas al respecto abundan.
“Bolivia, más que cualquier otro país, por sus reducidos recursos económicos y financieros debe procurar la centralización de su fuerza económica para constituir una entidad capaz de contribuir eficazmente al desenvolvimiento de las industrias, especialmente de la minería. Por su situación mediterránea, necesita centralizar sus pequeñas finanzas para dar mayor impulso a su progresivo desenvolvimiento…”, decía un ministro de Estado, a nueve años de la suscripción del Tratado de 1904, en el parlamento nacional (“Redactor de H. Senado Nacional”, legislatura extraordinaria de 1913, págs. 163 y 162).
En suma: las palabras del señor Felipe Bulnes se las lleva el viento.
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