La impugnación a la CIJ

Nuestra demanda marítima contra Chile está fundamentada en la veracidad de hechos históricos, económicos, políticos y, por tanto, no debe ser distorsionada por “figurones locuaces”, gobernantes, senadores, diputados, historiadores y hasta campesinas de movimientos sociales. En esta etapa de campaña electoral, no es apropiado asumir una postura partidaria de adhesión al primer mandatario, ya que la demanda marítima no debe ser politizada, porque no es gubernamental, es política de Estado.

El Gobierno tenía la seguridad de que Chile no impugnaría; pensaba que sería un error que el país vecino objete y desconozca la competencia de la Corte Internacional de Justicia. Pero, sin reparos, Chile impugna la competencia del tribunal de La Haya, desconfía, desconoce el derecho boliviano y por su actuación, viene a colación un dicho del popular Chavo del 8: “no contaban con mi astucia”.

Esta posición de La Moneda, incongruente y contradictoria, es un recurso jurídico, una chicana aviesa para dilatar el proceso y pretender desconocer tratados pendientes de la legítima demanda de Bolivia, que llegará a buen final, pues la Corte Internacional tiene potestad, plena jurisdicción y competencia sobre el problema boliviano. Aunque habrá que advertir que ninguna autoridad puede ejercer presión sobre Chile para obligar la devolución marítima, salida soberana o siquiera un enclave en el océano Pacífico.

El presidente Morales expresó: “Bachelet se equivocó, existe incoherencia y lamento que la hermana no siga la ideología socialista con Bolivia”. El canciller chileno respondió: “no nos equivocamos al impugnar”. Cuando se pretende afectar los intereses de Chile, derecha e izquierda se unen y hasta acuden a EEUU. En Bolivia, sin unión, se ejerce un socialismo del Siglo XXI, chavista-castro comunista con autoritarismo político y se expulsa al gigante norteamericano que bien podía habernos ayudado.

Bolivia el 15 de noviembre deberá dar respuesta consciente a la impugnación chilena. La labor del delegado para el tema marítimo, que trata de explicar en foros internacionales los argumentos jurídicos, históricos de la demanda judicial contra Chile, no parece trascendente, así mismo la distribución nacional e internacional de cien mil ejemplares de los libros sobre el tema marítimo. Chile los ha leído y dice que son irreales, fantasiosos, que no expresan la verdad de lo sucedido, etc. El pueblo boliviano no tiene costumbre de leer, prefiere bailar y beber.

En nueve años de gobierno, Morales ya ha expuesto el tema mar en reuniones internacionales, asambleas, cumbres, foros, en la OEA, ALBA, UE, ONU, CELAC, Mercosur, Unasur y otros, sin conseguir algo. Otra tiene que ser la política que le tuerza el brazo a Chile, pues el mundo sabe que Bolivia es un país con encierro geográfico, sin desarrollo, y el pueblo boliviano sabe también que en 135 años de reclamos constantes al usurpador de 1879, nada se ha conseguido, aunque se creía que con la Agenda de 13 Puntos suscrita entre Michelle Bachelet y Evo Morales las cosas cambiarían, pero todo fue un fiasco.

Es difícil creerle al canciller chileno cuando sostiene: “tenemos la mejor disposición para conversar con Bolivia”. El diálogo no se consigue con declaraciones verbales agresivas. Hay mucha tela que cortar, no recurrir a pataleos de ahogado, esperemos.