Inopia ideológica y abundancia lírica

Los ofrecimientos de los candidatos y tiendas partidarias que intervienen en la arena electoral para el plebiscito de octubre próximo han puesto al desnudo el débil nivel del pensamiento político que actualmente predomina en nuestro medio social y dan la oportunidad para evaluar el desarrollo de las intenciones de los interesados en manejar las riendas del país.

Al respecto, lo que se observa en los documentos que exhiben los partidos es total vacío ideológico, es decir carencia de un sistema de concepciones o ideas políticas, jurídicas, etc. que reflejen las relaciones económicas que rigen en el país. Esa pobreza ideológica refleja la opinión puesta en boga que señala que la ideología es incompatible con una apreciación científica de la realidad y que sólo debería reflejar los intereses de algunas elites privilegiadas o de una burocracia insensible y satisfecha.

De ahí que los partidos, casi sin excepción, que hoy se han adueñado del escenario electoral tienen una ideología poco clara o simplemente no la tienen, por lo que parece que se proponen la “desideologización” de la política, lo que significaría minimizar el papel de las ideas que hacen a la importancia de la actividad política.

Al parecer se está aislando o se ha aislado la ideología de la economía y así se ha perdido la perspectiva histórica; no se conoce planteamientos de fondo referidos a nuestra realidad y sólo se ve que se pone de actualidad aspectos superficiales y de mínima cuantía, de donde deriva la desorientación que conduce al país a un estado de inseguridad y confusión permanentes, es decir a proponer cambios que nada cambian.

En efecto, al constatar esa inopia ideológica, sólo nos encontramos con propuestas referidas a emociones y para atender sólo los efectos, con apreciaciones que no entran a considerar y resolver las causas que originan los problemas. En esa forma, los autores de las propuestas partidarias en la actual contienda electoral únicamente miran la superficie de la crisis y desconocen que si no se ataca las causas, los efectos van a seguir existiendo y reproduciéndose en proporción geométrica.

Si se busca en los documentos que publicitan los partidos que intervienen en la campaña electoral, no se encuentra planteamiento ideológico y sólo se lee ampulosos programas de gobierno con una serie de puntos por demás secundarios, como los asuntos de alcantarillas, pequeños centros de salud, asuntos burocráticos, etc., o bien ofertas abstractas como “riqueza duradera”, “libertad y justicia”, “tranquilidad social”, “capacidad de los gobernantes”, “saneamiento del Poder Judicial” y otros.

Así, mientras por un lado se hace esas ofertas subjetivas, por otro se olvida los grandes problemas nacionales que originan numerosas dificultades menores que agobian al pueblo, asuntos estructurales como el de la producción industrial, agropecuaria, la cuestión de la tierra, el problema del retorno a formas de colonato feudal en el campo, la súper explotación por un capitalismo salvaje en todos los sectores de la economía, el retroceso a la monoproducción exportadora y las importaciones de todo lo que se consume, por citar sólo algunos aspectos.

Al parecer la ideología ha quedado en el olvido y ya no cabe en el pensamiento de nuestros políticos. Se olvida que la ideología está condicionada en su desarrollo al de la economía. Es más, se la ha aislado de la realidad económica, ha sido convertida en algo que viene de los astros o viene de alguna emanación cósmica o divina.