Por: Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles (El País).- De todas las historias de su último libro, William T. Vollmann (Los Ángeles, 1959) decide leer en alto la única que no tiene nada de sobrenatural. Y así lo advierte. Una tragedia donde la casualidad juega un papel, pero también la maldad gratuita, temas que cabe esperar de este escritor de culto californiano. Es una noche de julio y Vollmann lee su obra ante un centenar de personas en la librería Skylight al este de Hollywood, en Los Ángeles. Lo hace de pie, durante unos 20 minutos, lo que tarda en contar el primer capítulo de Last stories and other stories: la historia de una pareja tiroteada cuando intentaba salir del asedio de Sarajevo. Esta fue una historia conocida. La prensa los bautizó como Romeo y Julieta.
La descripción del ambiente de aquellos días en la capital bosnia está cargada de la propia experiencia personal de Vollmann en el lugar. “La primera vez que estuve en Sarajevo fue en 1992”, explica a la audiencia. “Veinte años después fue triste ver que todo seguía igual, lleno de balazos”. Allí encontró muchas historias de violencia, sufrimiento y humanidad para sus libros. De todas ellas ha recuperado la de aquellos jóvenes, a los que llama Zoran y Zlata, abatidos por francotiradores cuando trataban de huir de la ciudad por el puente Vrbanja.
VIOLENCIA Y EL
SUFRIMIENTO HUMANO
Él era serbio y ella musulmana, o quizá al revés, el periodista habla con testigos 15 años después de los hechos pero no se acuerdan bien. “Al menos estaban de acuerdo en que Zlata fue tiroteada primero”, escribe en Last stories and other stories. “Debió de ser una herida abdominal, porque se quedó gritando (durante horas, dijeron, pero espero que exageraran) en aquel charco de luz al que el enemigo apuntaba en tierra de nadie. Zoran, intentando sin esperanza arrastrarla de nuevo hacia la ciudad asediada, recibió un solo balazo de rifle en la columna, después otro en la cabeza, lo cual, considerando la distancia, podría considerarse un buen trabajo de francotirador, aunque por otro lado había tenido meses para aprenderse la distancia”. Los cuerpos estuvieron abandonados durante días, abrazados, porque nadie se atrevía a salir al espacio abierto a recogerlos.
La aproximación a Vollmann después de seducir a su audiencia está inevitablemente cargada del aire siniestro de un hombre que ha dedicado buena parte de estas tres décadas al estudio de la violencia y el sufrimiento humano a través del periodismo y la literatura. Hace una década publicó su gran estudio sobre los límites de la violencia y su legitimidad, Rising up and rising down. “Era una historia sobre la violencia y un intento de entender cuándo está justificada. Así que viajé a diferentes zonas de guerra para ello, a muchas”, entre ellas la antigua Yugoslavia, explica.
En Last stories and other stories, publicado este mes de julio en EE UU, presenta un volumen de relatos de 800 páginas (corto, para lo que acostumbra Vollmann) en el que utiliza parte de esas experiencias, pero en su mayor parte se centra en lo sobrenatural. “La mayoría de las historias de este libro van de fantasmas, vampiros y cosas así”. No hay mucho espacio para la base periodística que ha sido la marca de muchos de sus libros.
Vollmann, de 55 años, ha cultivado durante años un aire de personaje maldito. En una reciente entrevista en The New Republic, el autor se reafirma en su devoción por las armas y su interés clínico por la prostitución, que ha diseccionado en varios libros. En esa entrevista cuenta que un día se enteró de que el FBI sospechó por un tiempo que él era el filósofo terrorista conocido como Unabomber. Detesta Internet y la autoridad en general.
En persona, tras firmar docenas de libros, la cara que pone en los selfies con sus fans no tiene nada que ver con la mirada torva con la que posa en los retratos. “¿Decepcionado?”, pregunta mientras pasea por el barrio de Los Feliz, al este de Hollywood, en esta noche de julio camino de un bar llamado The Drawing Room donde planea tomar una cerveza con algunos de los asistentes a la lectura. “Me gusta llevarme bien con la gente. Quizá veo cosas oscuras en los demás y en mí mismo, pero son sólo eso, cosas oscuras”. Material literario.
Quizá para centrar la conversación, aporta su propio ejemplo de cosas que considera verdaderamente tenebrosas y busca una referencia española: “Creo que uno de los personajes más siniestros que me he encontrado nunca fue un ángel de piedra que hay junto a la tumba de Francisco Franco. Me pregunto si sería Gabriel. Tenía una espada. Qué aspecto tan amenazador”. Sobre la tragedia española, a Vollmann le ha gustado El caos y la noche, de Henry de Montherlant. “Va sobre un exiliado anarquista español llamado Celestino”, resume. “Al final, decide volver a España, y las cosas no le van muy bien porque todavía se acuerdan de él. Es muy interesante”.
Pero donde ha encontrado las mayores dosis de tragedia humana para sus áreas de interés es en la Europa del Este. Su libro Europa Central (2005) es quizá la obra más reconocida de su carrera, con la que ganó el National Book Award. Son historias de la Alemania nazi y la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial. Vollmann explica su fascinación por el sufrimiento de esa zona del mundo: “Para empezar, buena parte de la Europa del Este es plana. No tiene muchas fronteras definidas por la naturaleza. Eso significa que diferentes invasores han arrasado esa tierra. La gente está indefensa”.
Vollman recomienda leer Tierras de sangre: Europa entre Hitler y Stalin, del historiador Timothy Snyder. “Plantea un argumento muy bueno de que Stalin y Hitler en realidad animaron y facilitaron cada uno el genocidio del otro en estas tierras, que llama tierras de sangre. En cualquier caso, esa gente ha sufrido mucho, y en cualquier lugar donde la gente ha sufrido quiero entender por qué y qué explica eso de los seres humanos”.
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