Es un hecho comprobado que cuando el hombre se cierra en su soberbia es porque, voluntariamente o no, ha decidido enterrar sus virtudes; de ahí se colige que el hombre soberbio nunca puede ser constructivo porque no es humilde de corazón, no sabe de virtudes y valores que sirvan a sus semejantes. El hombre soberbio sólo sabe de sus intereses y conveniencias y es tan egoísta que jamás piensa en que su entorno, inclusive familiar, necesita mucho de lo que sólo él disfruta.
Cuando la soberbia ataca a quienes tienen poder político, económico o social, no hay espacio para los valores porque se evita que estos se contrapongan con su soberbia que llega a la petulancia. Grave caso es el del político que tiene soberbia porque se cree único, capaz, inteligente y dueño de valores. El soberbio se obnubila porque tiene el defecto que ciega y anula todo sentimiento.
La historia está llena de hechos contrarios a los pueblos por la soberbia que ha causado muchas desgracias y, tan sólo para ejemplo, se podría nombrar a Nerón, Calígula, Hitler, Stalin, Idi Amín Dada, Fidel Castro y líderes africanos que han aniquilado a miles de sus compatriotas tan sólo por satisfacer sus propias iniquidades.
Lamentablemente, aunque no en el grado de los nombrados, en la historia contemporánea de nuestros pueblos -especialmente del Tercer y Cuarto Mundo- hay muchos gobernantes soberbios y petulantes que imponen su voluntad y utilizan a los países en cuyo servicio deberían estar, como instrumento para satisfacción de su orgullo.
El mundo padece hambre, enfermedades, atraso y hasta miseria tan sólo debido a que en su momento, muchos de sus gobernantes no han cumplido con acciones de amor y servicio desterrando la soberbia porque han hecho escarnio de sus propios valores; se sufre la intolerancia y los odios de quienes poseen sentimientos negativos contra supuestos rivales o contrarios a sus políticas; el pueblo padece porque no se satisfacen necesidades urgentes tanto en alimentación como en salud, educación, vivienda y abrigo. En muchos casos, no hay servicios mínimos como agua potable, energía y de sanidad tan sólo porque se derivan los medios financieros a cosas nimias o superfluas que no le hacen ninguna falta al país.
¿Cuánto ha perdido la humanidad en educación, ciencias, tecnología y cultura en general por causa de la ignorancia y la soberbia de quienes no han sabido atender esos rubros necesarios al ser humano tan sólo por egoísmos y odios recalcitrantes? ¿Cuánto ha sufrido la niñez por falta de amor y atención a sus más premiosas necesidades de vivir plenamente? ¿Cuántos ancianos viven abandonados y sin las atenciones debidas a su situación de penosas necesidades y sin el abrigo del amor, la comprensión y atención de sus seres queridos que, muchas veces, rehúyen el cumplimiento de sus obligaciones mínimas tan sólo por ausencia de sentimientos porque tienen el corazón lleno de soberbia?
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