Israel Camacho Monje
Esta es la cantaleta que se escucha de los jefes indiscutibles del Movimiento Al Socialismo (MAS), en funciones de gobierno de nuestro país, en todos los actos públicos políticos, demagógicos y preelectorales, tanto en el primer y segundo período gubernamental de 2005-2009 y 2009-2014 por finalizar.
Y el ciudadano común no puede menos que reconocer que, efectivamente, ¡los gobiernos neoliberales “nada” hicieron por Bolivia!, porque simplemente nunca tuvieron a su alcance suficientes recursos económicos para emprender, con orden de “prioridades”, obras públicas que de alguna manera satisfagan las premiosas necesidades de nuestra país, sociedad y familia. Es que si bien los gobiernos neoliberales encontraron, por un lado, en el Banco Mundial y el Banco Internacional de Desarrollo la mano salvadora para cubrir los acostumbrados déficit anuales, gracias a las concesiones de millonarios préstamos, también, por el otro, no imaginaron que los continuos endeudamientos y constantes reprogramaciones por el incumplimiento de las amortizaciones en las fechas establecidas, llegarían hasta fines de 2005, a la astronómica suma de 3 mil millones de dólares estadounidenses.
Y se hacían impagables y como país insolvente no sujeto de nuevos préstamos, desgraciadamente los bolivianos enfrentábamos un negro futuro, seguir viviendo en un país “hipotecado” ante el Banco Mundial.
Pero a comienzos de 2006 surgió lo impensable, que el BM y el BID en un acto sin precedentes condonaron el total de las deudas de varios países en extremo pobres e insolventes del mundo, estando incluida Bolivia. Paralelamente a esta milagrosa condonación, surgía otra feliz noticia, que de la noche a la mañana subieron significativamente las cotizaciones internacionales de nuestros minerales, lo que se sumaba a los ingresos por exportación de gas. Y así como paulatinamente subían nuestras reservas monetarias, lamentablemente también enceguecieron la visión de nuestros gobernantes que, en contraposición a lo pregonado por el MAS, en sentido de que “todos los gobiernos neoliberales nada habían hecho por Bolivia”, manifestaron que ellos sí lo harían, sin tomar en cuenta el “orden de prioridades” que se imponía para la construcción de obras públicas, como hospitales, escuelas, colegios, institutos técnicos profesionales, fábricas, talleres artesanales, calles y avenidas pavimentadas, extensión de redes de agua potable y alcantarillado, etc.
Pero curiosa e incomprensiblemente, comenzaron por la construcción de miles de canchas de fútbol con césped sintético, a lo largo y ancho de nuestro país, y para el colmo en pueblitos la mayor parte abandonados, y donde seguramente van los pocos niños y adultos que las habitan, y no porque les guste el fútbol, sino porque no hay Escuelas ni muchos menos fuentes de trabajo.
Lo peor de todo fue la compra de cosas suntuosas, y algo más grave todavía, la entrega indiscriminada de millonarias sumas de dinero a los alcaldes provinciales, supuestamente para obras públicas, entiéndase bien, no sujetas a las convocatorias públicas de licitación de acuerdo con la ley, sino por invitación directa, que como era de suponer terminó en actos de corrupción funcionaria y es más, provocó la desaparición de los millonarios montos y de alcaldes.
Multimillonaria reserva económica tenía Bolivia el 2011 y que alcanzaba a más de los l8 mil millones de dólares estadounidenses; ahora en 2014, y después de semejante despilfarro y derroche, sin control de la Contraloría General de la República, nadie sabe cuánto se gastó, cuánto queda de nuestras reservas, y mucho menos a cuánto asciende nuestra deuda actual. ¿Qué lástima, verdad?
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