El Día Histórico – 4 de agosto de 1773
Entre los monumentos coloniales de Sudamérica, ninguno más célebre, después del palacio de Pizarro en Lima y el convento de dominicos del Cusco, que la Casa nacional de Moneda de Potosí.
Este soberbio monumento, testigo mudo de una estupenda grandeza pasada, y que ha dado lugar a tantas consejas y versiones más o menos fantásticas, relacionadas directamente con las tradicionales crónicas de Potosí, tiene en verdad, en sus etapas de evolución, puntos de verdadero interés para el historiador.
La primera Casa nacional de Moneda de Potosí la mandó a construir don Francisco de Toledo, quinto Virrey del Perú, en diciembre de 1572, en el lugar que hoy ocupa la Casa de Justicia, frente a la iglesia Matriz. Costó la suma de 8.321 pesos, que se mandó pagar por cédula dada en Arequipa en 27 de septiembre de 1575.
Después de más de dos siglos, en 1753, don Ventura Santelices y Venero, corregidor/justicia mayor y superintendente de moneda, viendo que la casa de amonedación hasta entonces existente era ya insuficiente para satisfacer las exigencias de la época, resolvió construir otro edificio con más capas y más extenso.
En la plaza del mercado el baratillo se mandó construir la actual casa de la moneda.
La edificación comenzó el 8 de noviembre de 1753, bajo el diseño y la dirección de los arquitectos Salvador de Villa, constructor de las casas de la moneda de México y Lima, y don Antonio Cabello.
Interventor de la obra fue Manuel Priego de Montalvo, contador Antonio de Asís; fiel José Garrón; proveedor Vicente Gareca y sobrestante Juan Bravo.
Después de 20 años de trabajos consecutivos se concluyó el edificio, habiendo costado su construcción la suma de un millón ciento cuarenta y ocho mil cuatrocientos cincuenta y dos pesos de seis reales (1.148.452,06 rs.), costo que hizo exclamar al rey de España: “El edificio debe ser de PLATA”.
Instalados los aparatos, maquinarias y accesorios, se estrenó el edificio y se comenzó la acuñación de moneda, un 31 de julio de 1773, siendo rey de España Carlos III y virrey de Buenos Aires, don Juan José de Vertiz.
La Casa nacional de Moneda ocupa un paralelogramo equivalente a dos manzanas de la ciudad.
Su construcción es de cal y piedra de sillería. No ostenta primores arquitectónicos y, por el contrario, es severo y pesado; pero los materiales, especialmente el maderamen, llaman la atención por sus colosales dimensiones, y ser toda ella de cedro, llevado a la rastra de las fronteras de Chuquisaca y de los valles próximos del Pilcomayo.
En el primero y segundo patio están las oficinas principales; y en los altos las habitaciones de los empleados, teniendo en uno de los corredores la capilla del Señor. Frente a la gran entrada, sobre el arco del segundo cuerpo, se destaca una enorme cariátide burlesca y sonriente, tallada por el modelador francés Mr. Mouldon, en 1851.
Desde la fundación de la Casa de la Moneda, el material para la amonedación no llegó a renovarse sino en 1869; y en 1873 fue mejorado por la adquisición de una pequeña prensa.
El Congreso de 1900, por iniciativa del ministro de Hacienda Demetrio Calbimonte, votó la suma de 250.000 Bs. para la renovación del material, el que ha sido traído de Norteamérica y es el que existe actualmente sin uso y deteriorándose.
Desde su fundación hasta 1824 la Casa de Moneda acuñó la suma de 1.683.825.679 duros y 2.024.919 marcos de oro, fuera de medallas.
Desde 1824 hasta 1904, en el periodo republicano, acuñó Bs. 114.381.508,49, en monedas de plata de diferentes tipos.
Desde 1905 permaneció clausurada.
N.R.- Posteriormente de 1869 a1909 la fabricación avanzó en tecnología, con una maquinaria a vapor y de 1909 a 1953 con un equipo eléctrico. Aquí se cerró el famoso ciclo monetario de Potosí.
En la década de los años treinta (Siglo XX) se emprendió la obra de reconstrucción del edificio de la Casa de Moneda, cuya documentación colonial fuera sustancialmente incrementada con los archivos de la Prefectura y la Municipalidad de Potosí.
La sección Numismática del Museo de la Casa de Moneda guarda numerosas colecciones de aquellos lejanos años que dieran origen al renombrado: “Vale un Potosí”... Quien recorra la Casa de la Moneda, evocará la historia de América y del mundo llegando a la conclusión de que llegar a Potosí es encontrarse con la historia para mirar el futuro con un sentimiento de solidaridad y de conservación de nuestro patrimonio. (Fundación Cultural del BCB).
Fuente: EL DIARIO, 31 de julio de 1925.
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