Los entusiasmos que despiertan las próximas elecciones determinan situaciones especiales en los candidatos y, muy especialmente, en el Gobierno con una especie de dispendio de tiempo que evita atender los asuntos del Estado y se utiliza recursos y tiempo para entregar obras realizadas en las anteriores o en la actual gestión.
Lo que corresponde, en razón de una sana administración, es seguir con atención los asuntos inherentes al gobierno del Estado porque las elecciones deben marchar mediante los medios logísticos y humanos del “partido” y no del Estado; éstos, por principio, deben estar aislados de la actividad político-partidista. Que el Gobierno hizo obras y postergó su inauguración hasta estos días propicios para la campaña electoral, es innegable. En todo caso, ello no debería ser, habida cuenta de que el aparato gubernamental debe seguir su marcha, dejando los viajes de campaña para los encargados partidarios y no se debe absorber el tiempo del Presidente ni de sus ministros y otros altos funcionarios en labores de campaña.
El país necesita de realizaciones, de obras que se debe enfrentar y planes que se tiene que concretar, especialmente ahora, cuando se cuenta con los recursos necesarios debido a los ingresos por las ventas de gas, cuyos precios internacionales nos permiten una gran recaudación de divisas. No entender que es momento de aprovechar “las vacas gordas”, sería indolencia y actitud irresponsable.
Hay mucho tiempo que ganar, considerando que se ha perdido más de ocho años de gobierno, para reconstruir todos los medios de producción, empezando por los sectores agrícola-ganaderos, los trabajos en la minería, las labores de prospección y exploración de nuevas áreas gasíferas y mineralógicas que hagan posible su explotación en el futuro.
Cuanto más se avance en una buena administración, más se ganará para que el Gobierno que resulte de las elecciones, pueda realizar en mejor forma lo prometido en sus programas pre-electorales; además, el mismo tiempo que falta para las elecciones, habrá que utilizarlo para examinar lo hecho y lo realizable; lo que precisa ser corregido y lo que sea factible hacer en el futuro evitando errores de implementación que se han producido en el inmediato pasado. Y esta labor debe ser llevada a cabo tanto por las autoridades de gobierno como por todos los candidatos que intervendrán en el proceso electoral.
Hay mucho por hacer en tiempo pre-electoral y no es aconsejable despreciarlo tan sólo en aras de una campaña que debe tener partidarios como para llevarla a cabo con el debido éxito. Lo que venga, luego de las elecciones, no será fácil de encarar y tanto Gobierno como oposición deben prepararse para hacer frente a realidades que muchas veces se las ha dejado postergadas a través de muchos años.
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