Pese a poseer petróleo y refinerías
Beirut.- Escaso, al tiempo que codiciado por todos, el petróleo se ha convertido en motivo de disputa en el cada vez más complicado conflicto sirio para hacer funcionar una maquinaria de guerra que lleva ya más de tres años operando a pleno rendimiento.
Y es que sin combustible no se puede combatir en un país, que pese a disponer de campos de crudo y refinerías, apenas exporta esta materia destinada sobre todo al mercado interno.
Desde el comienzo de la contienda en 2011, los principales yacimientos, situados en el noreste, han pasado de estar en manos de las autoridades a los rebeldes de distintos grupos y más recientemente a la organización radical Estado Islámico (EI), publicó Efe.
Antes del conflicto, la producción era de entre 300.000 y 400.000 barriles por día, mucho más baja que otros países como Irán, Irak o Kuwait, y en 2013 quedó reducida a solo 28.000.
En declaraciones a Efe, la responsable para Oriente Medio del departamento de Energía de la consultora de defensa IHS Jane, Sarah Haggas, afirma que “el efecto de ese descenso ha sido relativamente pequeño en los mercados internacionales, pero en el doméstico ha sido significativo por la escasez de productos refinados”.
“Esto ha afectado también a la economía, ya que los ingresos por el petróleo suponían el 25% del total”, indicó.
Antiguamente, el principal comprador de petróleo sirio era la Unión Europea, que en septiembre de 2011 impuso un embargo a estas exportaciones sirias, aunque el año pasado lo modificó para permitir la compra de crudo procedente de zonas bajo control opositor.
Tras perder los yacimientos principales, Damasco ha recurrido a sus aliados y ha comprado combustible a Irán, en tanto que en diciembre firmó un acuerdo con Rusia para la exploración, desarrollo y producción de petróleo en las aguas territoriales de Siria.
Los rebeldes acusan a las autoridades de hacer negocios con el Estado Islámico, que actualmente controla los campos de la provincia de Deir al Zur, fronteriza con Irak, y de comprar crudo a los yihadistas, algo de lo que hasta el momento no hay pruebas.
Por su parte, los insurgentes tratan de buscarse la vida como pueden.
El activista de Alepo Abderrahman Saleh, próximo al Frente Islámico, explica a Efe que ni siquiera cuando los yacimientos estaban en manos de los rebeldes la “revolución” se benefició.
“Antes, las facciones que tenían los pozos se repartían el dinero que sacaban entre los suyos, lo mismo que hace el EI ahora”, lamenta Saleh.
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