Triste es el destino del colonialismo, pues, tarde o temprano, los países conquistados obtienen su independencia. La hoy Bolivia se había empeñado desde mediados del Siglo XVIII en alcanzar su liberación del gobierno español; lucha que le llevó mucho tiempo en conseguirla, pero finalmente logró su anhelo. De esta manera, el 1 de febrero de 1825, el coronel Carlos Medinacelli en Cotagaita lanza una Proclama para la emancipación de Charcas o Alto Perú, en la cual muestra ya que la decisión de los combatientes por la independencia es alcanzar la soberanía del territorio en el que viven, el de la Audiencia de Charcas, y no quieren pertenecer ni al Perú ni a la Argentina ni a potencia alguna, salvo obtener su soberanía para gobernarse por sí mismos.
En la introducción, esa Proclama dice: “Compatriotas y camaradas: Ha llegado el día en el cual como naturales del país y soldados de la Patria, debemos pronunciarnos y proclamar la independencia y autonomía de nuestra patria Charcas, mal llamada Alto Perú, del Imperio Español, y a la vez de los virreinatos, hoy repúblicas del Perú y las Provincias Unidas del Río de la Plata”. Como se ve, los patriotas de entonces ya tenían clara la figura de una independencia total, libre de tutelajes de otro gobierno, que no sea el surgido de entre sus habitantes.
Ese pensamiento y esa decisión se los había discutido ampliamente entre los patriotas, quienes tomaron la decisión de hacerlos realidad por sí mismos, sin pedir permisos de nadie, a tal punto que la Proclama de Medinacelli informa: “Compatriotas y camaradas: Hoy os hago saber que nuestro pronunciamiento por la libertad de nuestra Patria, no es aislado. Está de acuerdo y en arreglo con lo proclamado y obrado ya en Cochabamba el 14 pasado por el Cnel. Saturnino Sánchez y los oficiales Bellot y Arraya; el 26 en Vallegrande, por el Tcnel. Anselmo Rivas, que ha debido ya conducir prisionero a La Paz, ante el Mariscal Sucre, al muy sanguinario antipatriota Francisco Xavier Aguilera desde Santa Cruz; el benemérito General patriota José Miguel Lanza en La Paz, el día 29 de enero, con las tropas de su mando. Hoy, 1 de febrero de 1825, proclamamos (la libertad e independencia de Charcas) nosotros en esta ciudad, capital de Chichas, con todos sus pueblos y las tropas a nuestro mando. El día 15 del corriente mes, la proclamará en la capital Chuquisaca, el Sr. Cnel. Francisco López de Quiroga, con sus Dragones de la Frontera. El Cnel. Juan Manuel Mercado ocupará Santa Cruz”.
Había, pues, un sentimiento geopolítico que anima a los patriotas, había un plan, el de ir proclamando la independencia soberana de la Patria en distintos lugares, de acuerdo con un rol preestablecido; lo cual habla de coordinación de esfuerzos, como de consultas o reuniones de delegados para tomar acuerdos para el logro del gran objetivo: la independencia soberana del territorio de la Audiencia de Charcas, como una unidad. Emoción geopolítica que fue madurando en las mentes de los patriotas en las filas guerrilleras, cuanto en las ciudades y grupos de conspiradores que mantenían en jaque a las fuerzas realistas en todo el territorio, con un levantamiento aquí, otro allí; agitación en todo lado, etc., hasta convertirse en una concepción geopolítica de la naciente República.
Ese pensamiento, que luego se convierte en decisión, se lo fue meditando a lo largo del fragor y las circunstancias de la pelea contra los realistas, en la cual ven, con sorpresa, que los auxiliares llegados de Buenos Aires no son verdaderamente los hermanos que quieren ayudar a los charquinos, así lo demuestran con sus actitudes en las diversas incursiones que realizan a este territorio; tampoco son hermanos los llegados del Perú, que vinieron a castigar los levantamientos patriotas. ¿Qué influye en esos comportamientos? ¿La tierra palpita con algún mensaje que marca a sus hijos? ¿La cultura es la manifestación de ese comportamiento diferenciador? ¿Debemos gobernarnos con leyes que expresen esta peculiar idiosincrasia nuestra?
Tales preguntas fueron formando un pensamiento embrionario, que fue el paridor de esta Patria nuestra, legalmente nacida el 6 de agosto de 1825, pero que estaba arraigada en las vidas de los luchadores por la independencia, a quienes rindo mi fervoroso homenaje por su esfuerzo, por su valor, su sangre y sus vidas, sobre los cuales se asientan los cimientos de nuestra nacionalidad.
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