Los tangos de la época romántica, con esa bella voz de Carlos Gardel y otros de su época, en estos tiempos de política activa con miras a las próximas elecciones de octubre, nos recuerdan textos y sentimientos que pueden compararse con las alegrías y desilusiones que nos ofrecen los candidatos. A continuación algunas remembranzas.
Un partidario disidente recordaría con tristeza el viejo “Mi noche triste”: “Percanta que me amuraste/ en lo mejor de mi vida,/ dejándome el alma herida/ y espina en el corazón, Sabiendo que te quería,/ que vos eras mi alegría/ y mi sueño abrasador,/ para mí ya no hay consuelo/ y por eso me encurdelo,/ pa olvidarme de tu amor”.
Un ciudadano ansioso de ser candidato cantaría o cuando menos tararearía “El día que me quieras”: “El día que me quieras,/ la rosa que engalana,/ se vestirá de fiesta/ con su mejor color./ Y al viento las campanas/ dirán que ya eres mía,/ y locas las fontanas,/ se contarán su amor”.
“La noche que me quieras/ desde el azul del cielo,/ las estrellas celosas/ nos mirarán pasar./ Y un rayo misterioso/ hará nido en tu pelo,/ luciérnagas curiosas que verán/ que eres mi consuelo”.
Y concluirá: “El día que me quieras/ endulzará sus cuerdas/ el pájaro cantor./ Florecerá la vida/ no existirá el dolor”. Se habrá conseguido cuando menos una posición en alguna de las largas listas de candidatos.
Habiendo ingresado en las listas, esperemos que después no entone: “Cuántos desengaños, por una cabeza,/ yo juré mil veces no vuelvo a insistir,/ pero si un mirar me hiere al pasar,/ su boca de fuego, otra vez,/ quiero besar./ Basta de carreras, se acabó la timba,/ un final reñido yo no vuelvo a ver,/ pero si algún pingo llega a ser/ fija el domingo, yo me juego entero,/ qué le voy a hacer”.
Pero el que se lleva la flor, sin duda es el himno de muchos políticos “Cambalache”: “El mundo fue y será una porquería/ ya lo sé/ en el quinientos seis y en el dos mil también./ Que siempre ha habido chorros maquiavelos y estafaos/ contentos y amargaos/ sin valores y dublé”.
“Pero que el siglo veinte/ es un despliegue de maldad insolente/ ya no hay quien lo niegue./ Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo/ todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/ ignorante sabio o chorro generoso o estafador./ Todo es igual, nada es mejor/ lo mismo un burro que un gran profesor./ No hay aplazaos ni escalafón/ los inmorales nos han igualao”.
“Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición,/ da lo mismo que sea cura colchonero,/ rey de bastos, caradura o polizón./ Que falta de respeto/ que atropello a la razón/ cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón.
Siglo veinte,/ cambalache problemático y febril/ el que no llora no mama/ el que no roba es un gil”.
Pero creo que estamos convencidos de que lo que nos cuentan en las promesas son: “mentiras,/ sólo dices mentiras/ ya no aguanto mentiras,/ destrozaste mi vida/ mentiras, sólo dices mentiras,/ ya no aguanto mentiras,/ sal de mi vida/ mentiras son mentiras/ ya no aguanto tus mentiras/ salte de mi vida,/ lo que me dijiste son mentiras”.
Tango, viejos tangos, romances e ilusiones en el Siglo XXI.
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