¿Quién clama por la Patria?

El 6 de agosto cumplimos un año más de la independencia nacional, lograda con 15 años de sangrienta lucha, con miles de muertos; con combatientes que por la libertad perdieron sus vidas, sin disfrutar de los derechos que adquirieron y por los que murieron.

En la Patria, escarnecida por unos, se impuso más el criterio personal y partidario en el accionar y gobernar. Nunca sirvió el verdadero patriotismo para los que se encumbraron en el poder; todos echaron las culpas a los otros, sin asumir las propias responsabilidades. Jamás hubo una sanción contra el robo, el negociado, el contrabando -que hoy aumentó más que en otros tiempos con el mercado de autos robados o contrabandeados- y la discrecionalidad en el manejo de los regímenes.

Los desfiles en las ciudades, las marchas en las provincias no aportaron ni aportan civismo o estimulan el trabajo fecundo. Todo es motivo de holganza; todo acto negativo es justificado con argumentos que no resisten el mínimo de análisis para justificar el “candombe nacional” en el que vivimos. Los universitarios bailan, los folcloristas danzan, todos bailamos portando banderas de las más extrañas para el país y que no rememoran alguna hazaña patriótica.

Con un sistema escolar inútil, oneroso, que crea cual institución el ocio, se completa la farándula de “esta chacota con el nombre de República”, en palabras proféticas del grande Franz Tamayo Solares, en su obra “Creación de la Pedagogía Nacional”. Una cuadra de desfile justifica semanas de marchas, de ensayos, de gastos superfluos. Por todo se hace un puente para holgar, mejor si es viernes para unir sábado y domingo y el lunes retomar el llamado trabajo, a desgano por los días de flojera.

Tenemos dinero, ganamos por la venta del gas y despilfarramos comprando conciencias al por mayor y menor. El remate del honor y dignidad no es novedad en un gobierno que se mofa de la oposición inorgánica que pelea sólo por unos cuantos curules, para cumplir con sus obsecuentes o personas adquiridas en rifas de ferias preelectorales.

Las empresas privadas se están cerrando, disminuyendo sus empleados por el famoso doble aguinaldo. Los institutos educativos privados viven al día, porque todo se regala; todo es gratis y no hay mejora en la educación con sus bachilleres que se estrellan en los exámenes de las universidades y recurren al expediente fácil de organizar huelgas para ingresar, sin merecimientos, a centros en los que se requiere idoneidad intelectual y probidad personal.

La justicia no sólo es corrupta, sino inoperante, detenida entre el acoso gubernamental y el llanto de los litigantes. No hay lágrimas por la Patria; hay sonrisas cínicas y palabras llenas de mentiras en las que se sostiene que se ha reducido la pobreza, con sus hospitales de limosneros, medicamentos de contrabando o de presuntas líneas farmacéuticas entregadas a los viejos, mediante el famoso seguro de vejez que sólo asegura nuestras muertes.

A todos los que somos mayoría nos queda un camino –que es el de la Patria-, vendernos, alquilarnos o perecer con nuestro idealismo bajo el brazo o simplemente callarnos para evitar las represalias desde los alcaldes provincianos hasta los jerarcas de los ministerios y los fiscales que rematan la justicia al mejor postor.

Final: ¡Qué mejor panorama para festejar la efeméride patria!, ¿verdad o ceguera monumental por la que unos vemos los males y otros no los ven y no enmiendan si los observan y lo saben?