Israel – Palestina, un drama para la humanidad

Muy larga data tienen los conflictos habidos entre el Estado de Israel y Palestina que, en el criterio y sentir de estudiosos, teólogos y religiosos de ambas partes, no es otra cosa que un problema netamente religioso al que se agrega el deseo de Palestina de que Israel desaparezca porque “no hay derecho alguno para que exista, porque el territorio que ocupa es palestino”. Este extremo hace que Israel reaccione airado porque considera que la tierra que ocupa data de muchos siglos y están asentados esos derechos en los mismos textos bíblicos.

En los últimos meses, debido a los ataques de la agrupación terrorista palestina Hamas, Israel ha reaccionado enérgicamente y no ha medido las consecuencias de su accionar, que ha implicado la muerte más de mil palestinos.

La organización Hamas no trepida en sus ambiciones de ver destruido a Israel y de ahí proviene su permanente ataque desde Gaza contra todo lo que implica ser judío o israelí. Hace muchos años, en 1967, se produjo la “guerra de los seis días” debido a que desde las colinas del Golán, los palestinos atacaban permanentemente a los judíos, mataban a quienes transitaban por las orillas del Jordán y no había ser humano o animal que se libre de la acción de guerrilleros muy bien apostados en las colinas. Esa guerra, librada prácticamente entre 120 millones de árabes y seis millones de israelíes, ganó Israel (aunque en ningún conflicto armado hay ganadores) y se impusieron nuevas condiciones de vida para ambas partes, condiciones que se basaban en mantener una paz y comprensión entre bandos.

De tiempo en tiempo, se producen enfrentamientos que, al paso que van, pueden prolongarse en una guerra de imprevisibles consecuencias porque determinaría el ingreso al conflicto de otros estados del Medio Oriente que no ven ninguna posibilidad de paz.

Hoy, debido a las incursiones de Israel sobre el territorio de Gaza, la muerte y destrucción tiende a agravarse, pese a horas y días de tregua en una lucha desigual. Lo que ocurre en este grave problema no sólo afecta a los contendientes sino a toda la humanidad que vive el drama de ambos pueblos, se conduele grandemente por las muertes y ruega que los procesos de tregua se conviertan en una paz permanente.

Hay que lamentar que, pese a que casi todos los países de occidente condenan la guerra y lamentan las muertes ocasionadas por el ejército israelí, continúa la provisión de armas a las partes, como en el caso último en el que “el Pentágono decidió enviar más armas a Israel”; es un hecho que contradice los pedidos de tregua y paz que Estados Unidos hizo a las partes en conflicto.

Israel y Palestina tienen que llegar al convencimiento de que no pueden ni deben vivir en guerra; deben concordar que sus diferencias pueden solucionarse en base al diálogo, en el que imperen las condiciones de paz y armonía para ambos pueblos.