Si en tiempos de la Independencia en nuestro continente se pensó en monarcas para el gobierno de las ex colonias, en los tiempos modernos y por caminos que no difieren mucho, se dice que en América Latina tenemos presentes “monarquías elegidas” por voluntad popular. Cualquiera que sea la forma, el fin es el mismo, gobiernos autoritarios y providencialistas. Rafael Correa que se encuentra en su tercera reelección, tiene abonado el camino a la reelección indefinida, habiendo calificado la alternancia en el poder como “pura teoría burguesa”.
En la cuenta de las llamadas “monarquías elegidas” se encuentran los gobiernos de Chávez, Correa, Maduro, Cristina Kirchner, Morales y Ortega, según analistas internacionales. Es que el poder puede engolosinar a unos y otros. El Presidente ecuatoriano que lleva la delantera a sus aliados de izquierda, el 2011 dijo “yo estaré, si Dios lo permite, tan sólo cuatro años más”, no tardó mucho en revisar su promesa, diciendo que a la Revolución le esperaban “tiempos duros” ante la amenaza de una “restauración conservadora en marcha”. Sin duda, le preocupaba el triunfo de la oposición en los gobiernos municipales de Quito, Guayaquil y Cuenca, las tres ciudades más importantes de su país.
Sus logros fueron muchos, entre los que se cuentan 7.000 Km. de nuevas carreteras de hasta ocho carriles, con un coste de 5.000 millones de dólares, Quito cuenta con un Metro que puede transportar 400.000 pasajeros día. En la educación Ecuador ascendió 40 puntos en competitividad global y mantiene 5.000 estudiantes becados en universidades de renombre, etc.
Se le critica principalmente las limitaciones a los medios de comunicación. El diario Hoy cerró sus puertas por motivos de “asfixia” y “presión”. El Universo tuvo que pagar una multa de $US. 100.000 por una caricatura. Nombró una Comisión de Transición para reestructurar y controlar el Poder Judicial. Acaba de dar luz verde a su “reelección indefinida” tan sólo mediante una “enmienda” constitucional, que le evita el referendo al que se someten las “reformas” a la Carta Magna.
Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, transita el mismo camino. El Congreso -controlado por su partido- aprobó también una reelección presidencial indefinida, que la legislatura 2015 debe aprobar o rechazar, pero es seguro que la ratifique. Más o menos se conoce el similar pensamiento del resto de las “monarquías elegidas” de América Latina, aunque en algunas de ellas los avatares económicos que las embarga puede malograr sus deseos reeleccionistas
Al respecto tampoco andamos lejos. En puertas de un tercer mandato del presidente Evo Morales surgen susceptibilidades de que se busque la reelección indefinida. A ello atribuye la oposición el juicio de responsabilidades iniciado contra dos magistrados del Tribunal Constitucional Plurinacional, jurisdicción que dio visto bueno a lo que algunos consideran una tercera gestión. El tema es prematuro y más bien pareciera que dicho procesamiento se dirige a prevenir al Órgano Judicial que no debe dejar de sintonizar con el Órgano Ejecutivo. El tiempo hablará por sí mismo sobre este espinoso tema.
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