Maestros artistas y su aporte al desarrollo de la historia



ÁNGELES ARCABUCEROS (1680) DEL PERÍODO DEL VIRREINATO DEL PERÚ, ACTUAL BOLIVIA. ÓLEOS SOBRE TELA. SE ENCUENTRAN EN LA IGLESIA DE CALAMARCA.

El aporte de los maestros no solo ha marcado con su obra y estilo el arte plástico boliviano, sino han significado un importante aporte a la historia de nuestro país; sus trabajos son reconocidos en Bolivia pero también en distintos países del mundo.

De acuerdo a la investigadora, arquitecta y restauradora, Teresa Gisbert, el arte plástico en el período colonial, en esta parte del mundo, recibe tres influencias importantes: la italiana, protagonizada por pintores portadores del Renacimiento tardío; el manierismo, que es perceptible en la delicadeza del tratamiento de la corriente flamenca, a través de pinturas y también con grabados en estampas y libros ilustrados, y la influencia española que se halla en los trabajos de Zurbaran, Murillo y Valdes Leal, que enviaron sus obras a América y luego por la presencia de algunos pintores peninsulares.

Para la investigadora la segunda etapa que corresponde al barroco se sitúa entre los años de 1630 a 1700 caracterizándose, por la influencia española que introduce el tenebrismo, el dramatismo y el dinamismo. Una característica notable es que la pintura pasa a manos de artistas mestizos e indígenas que fueron formados y entrenados en los talleres de los maestros del período precedente, quienes comienzan a formar las escuelas que definen el genio peculiar de cada región.

Con la repercusión de la plata del Cerro Rico surge la Escuela Potosina, mientras que en otras regiones de América irrumpe la Escuela de La Paz o del “Collao”, la Escuela del Cuzco en Perú y la Escuela de Quito en el Ecuador.

La Escuela Potosina durante el siglo XVII muestra cierto tenebrismo, ya que los temas se centran en la figura humana, de influencia netamente española. Sus principales representantes son Francisco de Herrera y Velarde, Francisco López de Castro y el renombrado maestro Melchor Perez Holguín. Posteriormente en el siglo XVIII Gaspar Miguel de Berrio y Luis Niño, alcanzan un prestigio notable.

La tercera etapa llamada “el barroco mestizo’ se desarrolla de 1700 a 1790. Se evidencia una disminución de la influencia europea y española ante todo y surgen con ímpetu los valores nativos mezclados con los aportes del arte europeo, dando nacimiento al barroco mestizo que es la expresión máxima del arte americano.

Es en esta canturía la pintura potosina alcanza su más s alto nivel gracias al pujante trabajo de artistas de talento que producen una serie de obras religiosas. Los talleres aumentan su producción, aparecen pinturas anónimas y el arte se extiende a la población.

También este periodo sirve pare desarrollar temas peculiares de la pintura andina, como las vírgenes triangulares, donde se representan esculturas y estas a su vez muestran el sincretismo culturalmente la Virgen María Madre y la divinidad prehispánica de la “Pachamama” o Madre Tierra.

La Virgen de Copacabana, del Rosario, de Pomata, la de Sabaya, de Guadalupe y otras son ejemplos magníficos.

Entre otros temas sobresalen la representación de alegorías del triunfo de la iglesia sobre el paganismo y las herejías, triunfos inspirados en la literatura del siglo de oro español y sus postrimerías

La influencia española con sus nuevas tendencias formó el pintor barroco más importante del Virreinato, Melchor Pérez de Holguín. Se fue muy joven a Potosí, y allí aprendió el arte de la pintura. La obra de Holguín puede ser seguida paso a paso hasta 1732, año en que firma su último cuadro.

A fines del siglo XVII desaparecieron los artistas italianos y flamencos que fueron tan numerosos en el siglo XVI y a principios del XVII los pintores españoles son dueños y señores del arte hasta 1650, pero después empiezan a escasear.

Por el contrario, los artistas indígenas y mestizos son cada vez más numerosos. Es entonces que la pintura salvo en Potosí en donde Holguín imprime la marca de un arte diferente, comienza a asumir su propia identidad y a alejarse de los modelos europeos.

Cuzco y el Collao son los centros de esta nueva tendencia. Las pinturas más apreciadas son aquellas que carecen de perspectiva, con escenas variadas y anecdóticas y personajes de belleza convencional. El oro, utilizado profusamente en los primeros años, pero luego desaparecido con el manierismo, vuelve a escena y los cuadros revestidos de él son altamente valorados.

Para el maestro Raúl Mendoza, distinguido en 2008 por la República Federativa de Rusia, la pintura en esta parte del mundo (hoy Bolivia) se desarrolló gracias a la influencia de la región, como la cultura de Tiwanacu con sus figuras escalonadas y sus simetrías. Asimismo encontraron inspiración en la pintura rupestre encontradas en los farallones del Minicipio de Sorata, donde aún se encuentran vestigios de las culturas antiguas.

El siglo XVIII está marcado por un interés creciente hacia la historia incaica. Numerosas piezas de teatro recuerdan la fundación del imperio incaico, la muerte de Atahuallpa, la lucha heroica de Huayna Kapac, entre otras. La pintura se hace popular y los centros indígenas del Collao y de Cuzco monopolizan la producción, especialmente en esta última ciudad, en donde los pintores realizan un trabajo masivo.

El proceso de mestizaje es largo: comienza hacia 1680, durante el periodo barroco, creando formas diferentes a las que se acostumbra en Europa, y termina alrededor de 1780, cuando el estilo neoclásico llega a América. En los pueblos indígenas se sigue pintando bajo este estilo hasta fines del siglo XIX.

 
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