Como se preveía desde hace meses, la Argentina entró en incumplimiento (“default”) de sus compromisos; se ha visto, al término de los plazos para pagos perentorios, en situación de no poder cumplir por no contar con el dinero necesario y, además, sin querer ni poder utilizar las reservas que, se dice, llegan a los 18 mil millones de dólares.
Las deudas que tiene la Argentina son muchas y ello es derivación directa de las malas administraciones del peronismo que han llegado a una especie de colapso financiero. Hace varios años, en 2001, el problema fue difícilmente salvado y esta vez, con el “default” producido, es la segunda vez que Argentina experimenta ese fenómeno que la coloca en situación de desconfianza en el concierto económico mundial.
Argentina es un país muy rico, muy grande y con inmensas posibilidades para recuperar un sitial ideal que tuvo en la economía mundial; sin embargo, las políticas festinatorias del gobierno, la irresponsabilidad con la que se manejó las finanzas, el exceso endeudamiento y otros malos pasos han determinado que su economía caiga en las garras de una depresión muy peligrosa.
Nosotros, como proveedores de gas, quedamos con una deuda que, según todos los cálculos, parece significativa y no habría, al menos hasta el momento, la posibilidad de que el gobierno de la presidenta Kirchner pueda cumplir con nosotros, salvo el caso de que le compremos trigo y productos que real y efectivamente necesitemos. Conviene no olvidar que por antiguas deudas, durante la dictadura garcíamezista, se nos entregó “en pago”, se dijo, los “carritos Hane” que no tuvieron ninguna utilidad y que, como chatarra, han sido alojados en depósitos. Las experiencias señalan que muchas veces se nos ha convencido con mercadería inservible u obsoleta que nuestros gobiernos, “por solidaridad y comprensión de los problemas del hermano país” aceptaron buenamente.
En Bolivia, pese a tener una “economía fuerte”, según afirma el Gobierno, no debemos ni podemos aceptar posturas antiguas por las que se nos endose lo inservible, lo obsoleto y lo que ni los propios argentinos han podido usar. El Gobierno tiene la obligación de exigir los respectivos pagos y, para futuras ventas del gas, pedir que los pagos sean adelantados y en divisas de libre circulación y disponibilidad, como es el dólar; lo contrario sería comprometer gravemente nuestra situación. Sobre los montos adeudados, han circulado varias cifras -desde los 1,700 millones hasta los 300 millones de dólares- que el Gobierno argentino se habría comprometido a pagar hace dos meses.
Somos un país pobre y subdesarrollado; consecuentemente, debemos obrar conforme a nuestra realidad; de otro modo, corremos el riesgo de recorrer caminos similares a los de Somalia o del mismo gobierno argentino que su mismo pueblo reconoce como ineficiente, ineficaz e irresponsable con los destinos de país tan grande y rico como es Argentina.
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