Es frecuente la comisión y omisión de algunos datos acerca de la cuestión agraria de Bolivia, que es una historia complicada, a partir de la primera reforma (de las ocho que se puso en aplicación en su vida independiente) desde los decretos agrarios de Simón Bolívar hasta la Ley INRA en vigencia.
En forma concreta, las medidas agraria actuales empiezan con el Decreto del Día del Indio, dictado por el presidente Germán Busch (20/7/1937) por sugerencia de su asesor Carlos Montenegro, como homenaje al proyecto educativo de Warisata, donde el profesor Elizardo Pérez fundó el primer núcleo de educación indígena, considerando que la educación era la base para la “redención del indígena”, “su liberación social”, etc.
Durante el gobierno de Busch, una Asamblea Constituyente, a tiempo de estudiar una nueva Constitución, tocó el problema agrario y entonces los diputados Víctor Paz Estenssoro y Walter Guevara plantearon el problema de las relaciones de producción en el campo. El primero presentó un proyecto sobre el asunto agrario y el segundo, cuando todavía era revolucionario, señaló que “el problema indígena era el problema de la tierra”.
Debido a esas dos proposiciones, la nueva Constitución incluyó la Sección décimo novena “Del Campesinado”. Esa Constitución estuvo vigente hasta la Constitución de 1945, la misma que ratificó la Sección citada.
Durante el gobierno Villarroel-Paz Estenssoro, los ministros del MNR impulsaron el Primer Congreso Indígena de mayo de 1945, durante el cual se planteó el asunto indígena y fueron presentados los proyectos de abolición de pongueaje, mitanaje y otros servicios esclavistas de muleros, isleros, etc., que prestaban los indígenas a los hacendados. Tales proyectos fueron aprobados por decreto de 15 de mayo de 1945, en medio de enérgica oposición terrateniente. Esas medidas no anularon el sistema feudal de colonato (servicio de trabajo de tres días a la semana para la hacienda a cambio de ocupar una parcela -cuarto de hectárea- en mera tenencia o usufructo).
Cuando se continuó estudiando la cuestión de la tierra, diputados del MNR presentaron un proyecto de ley que declaraba a los colonos como propietarios absolutos de las parcelas que usufructuaba. El proyecto fue aprobado y pasó para promulgación de Villarroel, pero lo vetó.
Esas medidas agrarias fueron objetadas por el Congreso de la Sociedad Rural que dio el pistoletazo de partida para la asonada del 21 de julio de 1946, que culminó con el colgamiento del Presidente, mientras los tres ministros del MNR salvaron sus vidas asilándose en la embajada de Paraguay.
Los decretos de mayo fueron anulados por la contrarrevolución, pero provocaron el levantamiento indígena de enero de 1947 que pedía la restitución de los decretos de mayo y fue sofocado mediante el uso de fuerzas de infantería, artillería, caballería, aviación y policías.
La reforma agraria de 1953 empezó a ser estudiada en enero de ese año, al dictarse el decreto que creó la Comisión de Reforma Agraria, la que evacuó su proyecto en julio y sirvió de base para el Decreto-Ley de 2 de agosto de 1953, elevado a rango de Ley en diciembre de 1956.
El decreto de 1953 fue reformado a partir de 1964 y, finalmente, abrogado por la Ley INRA (Ley 1.715) de Gonzalo Sánchez de Lozada en 1996. Y luego de ser corregido y aumentado, fue aprobado por el gobierno de Evo Morales con el nombre de “Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria” (Ley 3.545) y que retrotrae la cuestión agraria boliviana a antes de 1953. La Constitución de 2006 anula la totalidad de los principales alcances de la reforma agraria de 1953.
La cuestión agraria en general y a nivel mundial es de notable complejidad. Sin embargo, en Bolivia adquiere características todavía más difíciles porque desde tiempos de la civilización aymara, sojuzgada por la invasión del Incario, sufrió una serie de deformaciones en todos los niveles y al mismo tiempo. En especial en la etapa republicana fue objeto de una legislación arbitraria, que desconocía la materia relacionada con el agro y se la tergiversó en todo sentido, hasta producir un verdadero caos en la materia. Eso fue lo que precisamente se hizo al ser dictadas las recientes medidas agrarias que en vez de solucionar el problema, lo embrollaron hasta el extremo de llevarlo a una complejidad extraordinaria. Es decir que en vez de resolverlo se lo hace cada vez más espinoso.
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