Desde la ya lejana instrucción de que todos los funcionarios del Estado debían intervenir en la campaña electoral del oficialismo, morigerada después en sentido de que debían hacerlo fuera del horario de trabajo y cuando las elecciones se avecinan cada vez más, la jefa de campaña del MAS, señora Flora Aguilar, ratifica que todas las autoridades a nivel nacional departamental y local están “obligadas” a participar del proselitismo de ese partido. En tal medida, el senador David Sánchez instó a los 300 municipios controlados por el oficialismo a participar activamente en campaña.
Este concepto desvirtúa gravemente el principio de que ninguna autoridad ni funcionario público debe actuar bajo consignas partidistas desde el momento que asume su mandato o designación, empezando por el Presidente del Estado hasta el último servidor público, pero esta práctica sectaria empieza a manifestarse en los últimos ocho años en distintas grados y formas. No se desconoce que en anteriores gobiernos se pudiesen haber dado actitudes parciales al respecto, mas no de manera oficial, de modo de salvar la imagen imparcial del Estado en la vida política del país, sin devaluar la confianza pública, que es uno de los fundamentos en el que descansan las sociedades evolucionadas y modernas.
El apoyo partidista desembozado a cargo del aparato estatal en procesos electorales como el presente, no puede realizarse sin el uso de los bienes materiales públicos pertenecientes a la colectividad a fin de atender sus necesidades y no para servir intereses grupales por mayoritarios que pudieran ser. Lo anterior es parte de la falta de equilibrio que exige el proceso electoral, a lo que se añade una serie de obsequios que con diferentes rótulos se ofrenda a distintos movimientos sociales, sindicatos, federaciones y otros, así como la entrega de obras con la asistencia respectiva del primer mandatario, actos que bien se los puede identificar como abierta campaña electoral, habida cuenta que se ha reservado para la oportunidad la entrega de obras no siempre concluidas ni a plena satisfacción.
Entre las últimas tenemos el Teleférico, la infraestructura para el G77, la sede ferial de La Paz, etc. Inmuebles y movilidades obsequiados anticipadamente habían tenido como destino la campaña oficial, como lo advirtieron miembros gubernamentales. Aunque se dice que la gestión no puede detenerse por circunstancias electorales o por tachas opositoras, no faltan motivos para entregas seductoras, como de maquinaria de panificación estimada en 50 millones de bolivianos; 675 cabezas de ganado en el Oriente en nombre del presidente Morales, entre otras.
Marca también el desequilibrio la abundancia de spots televisivos a cargo de ministerios y entidades descentralizadas destacando la imagen presidencial, mientras el resto de candidatos sólo accederá a las pantallas a escasos 30 días del plebiscito. Recientes arengas de los candidatos del MAS, como la pronunciada en El Alto, contradicen las frases de reconciliación del mensaje del 6 de agosto en la ciudad de Sucre.
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