Impresiones sobre la Feria del Libro

La XIX Feria Internacional del Libro de La Paz fue exitosa en cuanto a la participación de las empresas, librerías e instituciones editoras de libros y por la enorme asistencia de público. Estimaciones oficiales indican que habrían acudido 150.000 personas, en los 10 días que estuvo abierta.

De otra parte, fue singular la variada agenda que se desarrolló durante la Feria, paralelamente en distintas salas. En unos casos, para efectuar la presentación de nuevos libros y, en otros, para tratar diversidad de temas que tienen que ver con el venero inagotable que tiene la cultura oral e impresa.

El mayor acontecimiento fue la inauguración del hermoso y amplio campo ferial del que ha sido dotada La Paz, con fondos fiscales que alcanzarían a unos 70 millones de bolivianos. Tiene cuatro torres y tres vistosos cuerpos cubiertos de vidrios, con luminosidad azul.

Los espacios disponibles para la exhibición de los productos expuestos son realmente enormes, de manera que el público puede acercarse y desplazarse con holgura y comodidad. Los pasillos reúnen, igualmente, todas las condiciones para la fácil circulación del público.

Según los informes de la Administración del campo ferial “Chuquiago Marka” (ciudad de La Paz, en aymara), participaron 130 expositores, que se esmeraron en lucir y poner al alcance del público cuanto disponían de oferta.

Como parte de la Agenda, se presentaron 100 nuevos libros de todos los géneros literarios. Entre ellos, muchos dedicados a los niños y jóvenes de ambos géneros.

Todo ello ha sido una demostración de que los libros mantienen su atracción y prestigio, al menos entre los paceños, pese a que la moderna y excitante tecnología aporta al conocimiento y a la cultura múltiples dispositivos electrónicos, gran parte de ellos móviles, o sea que se los puede portar en carpetas y bolsillos.

A su vez, la respuesta masiva del público asistente a la Feria permite constatar que, en vez de disminuir, creció de manera impresionante. Los libreros y editores coinciden en señalar que no se trató sólo de visitar los stands, sino de comprar lo que era de su interés.

En el futuro, sin embargo, habría que pensar en realizar algún descuento en el precio de los libros, a fin de que estén más al alcance de los bolsillos de los visitantes. En los inicios de las ferias, se hacían descuentos de hasta el 10%, respecto al que regía en las librerías. A la postre, un estímulo de esta naturaleza eleva la cantidad vendida, lo que tiende a compensar el ingreso previsto o deseado.

Merece un párrafo aparte la presencia de un stand de libros del Uruguay, en mérito a que este apreciado país fue el invitado de honor. Empero, lo que se trajo fue limitado, razón por la que no se pudo apreciar y tener al alcance de comprar la crecida y variada producción librera que debe tener, pues por algo está conceptuado como el país más culto de América Latina.

El aspecto negativo es que la colosal obra no está totalmente acabada. Cuál habrá sido la causa, pero lo cierto es que en los pasados cuatro a cinco meses, desde el exterior no se observaba que hubiera trabajadores.

Ha sido muy deplorable, en este sentido, que para llegar a la puerta del campo ferial se tuviera que caminar un ancho espacio sobre piedras sueltas. Este detalle ha implicado una grave desconsideración con el público, pero, al mismo tiempo, causó mala impresión que el ingreso a un impresionante centro de exposiciones fuera tan elemental y hasta primitivo.

Por otros aspectos que dejan mucho que desear en el interior, se llega a la conclusión de que el campo ferial todavía está inconcluso, pese a que se emplearon ya tres años de trabajos.

Una vez que se emprendió la realización de una obra de tanta magnificencia y necesidad en La Paz, el que tenga las falencias anotadas puede inducir a pensar que la inauguración formal del campo ferial todavía está por realizarse. No hay que perder de vista que de los detalles depende que se luzca una obra, cualquiera que fuere.

Al público asistente, compuesto incluso de familias enteras, le sorprendió el alto precio de la entrada a la Feria. Podría entenderse que si fuera una obra privada y comercial, es lógico que se pretenda recuperar la inversión y también obtener una utilidad.

Sin embargo, al haber sido construida con recursos fiscales, que en última instancia provienen de la tributación ciudadana, no se justifica que se cobre el ingreso, pues se trata de un servicio público. Para su mantenimiento, seguramente se cobrará a los expositores un monto que, además, tiene que ser moderado.