El remanso de paz que era nuestro país hasta hace más o menos una década, se ha convertido, especialmente en los últimos dos años, en reducto de delincuentes de toda laya y los más como consecuencia del narcotráfico, que es el propiciador de todo tipo de delitos en el mundo.
Es importante tomar conciencia de que la ausencia de valores y principios da lugar a que delitos como el crimen, el asalto, la violación, el robo y hasta el asesinato son delitos comunes de quienes buscan apropiarse de lo ajeno o, en casos, tomar venganzas. No existe consideración ni respeto alguno por la tranquilidad y vida de las personas, y las autoridades de policía, en la mayor parte de los casos, están anuladas o, si intervienen, es para comprobar los delitos cometidos y casi nunca como prevención o seguridad de las personas.
Ante situaciones en las que no es posible contar con el número suficiente de efectivos policiales, casi todos los países han recurrido a sus Fuerzas Armadas, que han cumplido excelente labor; pero, extrañamente, en nuestro país muy pocas veces se recurre a la entidad armada para que patrulle calles, avenidas y caminos para salvaguardar la propiedad ajena y las vidas de transeúntes o viajeros.
Hay que convenir, igualmente, en que faltan materias educativas sobre virtudes, valores y principios en escuelas y colegios, especialmente desde que se suprimió las asignaturas de Instrucción Cívica y Moral y el estudio de la Biblia y la Constitución Política del Estado, que deberían ser repuestos en escuelas, colegios y universidades.
Son comunes los asaltos a propiedades agrícolas, ganaderas y mineras que están libradas a su suerte o a la poca vigilancia y condiciones de seguridad que pueden adoptar los propietarios y cuando hay posibilidad de contar con armas contra los asaltantes, en ningún caso existe la predisposición para usarlas, hecho que no ocurre con quienes nada respetan y están dispuestos hasta a perder la vida con tal de conseguir sus objetivos.
Los casos de violaciones a mujeres y niños se han hecho comunes, especialmente en algunas regiones del país; muchas veces se llega al secuestro y al asesinato de personas que se resisten a ser vejadas o secuestradas. El tráfico de órganos es algo que no tiene límites y para ello se producen secuestros a plena luz del día y hasta en lugares muy concurridos en los que actúan los criminales apoyados por secuaces que portan armas; igualmente, preocupa el secuestro de personas que son obligadas a la prostitución.
Son muchos los casos en los que los criminales cometen todo tipo de delitos por el hecho de que si son apresados por la Policía, a las pocas horas son liberados por fiscales o jueces que no saben aplicar procedimientos. Todo el problema adquiere cada día más gravedad, y debe ser encarado por los Poderes del Estado que parecen sufrir los mismos estados de indefensión que el pueblo.
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