La población mundial y las más importantes instituciones médicas y científicas del planeta se han visto alarmadas frente a la aparición y extensión epidémica de una enfermedad de características letales originada en países africanos. Se trata del ébola, enfermedad hemorrágica mortal.
La reciente aparición de esta afección en un país africano causa la preocupación del sector de la medicina por sus características mortales y rápida propagación hasta alcanzar niveles epidémicos. Es más, en vista de que las posibilidades de transmisión e infección colectiva son altamente probables y que, además, se considera que el mal no tiene curación ni existen aún medicinas y vacunas que la prevengan, los más altos organismos científicos han lanzado un grito de alarma con el fin de evitar su propagación a otros continentes.
No se conoce aún cuál es el origen de esa infección, sus síntomas son de carácter hemorrágico, sus efectos son casi inmediatos y producen la muerte del paciente en la mayoría de los casos; prácticamente no tiene curación y hasta el presente no se ha descubierto una vacuna que la evite.
Por otro lado, el ébola se transmite fácilmente por el simple contacto entre personas, por el uso de agua contaminada, consumo de alimentos determinados, falta de higiene y otras deficiencias típicas de países atrasados, donde la población carece de medios sanitarios e inclusive facilita la propagación de la enfermedad al no ser adoptadas las medidas adecuadas para controlar la situación.
Tan alarmante es la presencia de esta infección, que casi súbitamente apareció en algunas naciones europeas e inclusive en Estados Unidos, países que se creía estaban fuera del peligro frente a esa emergencia y que, de no ser rápidamente detectada y superada, podría provocar un problema internacional de características catastróficas.
Al respecto, se afirma que el ébola podría alcanzar los efectos que a principios del siglo pasado causó la llamada “gripe española” o influenza que se extendió velozmente por todo el mundo y causó el fallecimiento de millones de personas, ya que no existían vacunas ni medicinas que eviten su contaminación ni se sabía cómo combatirla.
Hasta el momento en Bolivia no ha sido detectado el mal, algo que, sin embargo, sería probable por la llegada de alguna persona infectada y que hubiese podido ingresar al país por algunos lugares de la extensa frontera de más de tres mil kilómetros de extensión. También existiría la complicación de que, una vez que se pudiese diagnosticar la enfermedad en nuestro país, ésta pueda extenderse libremente, como ocurrió en otras oportunidades, como en el caso del cólera u otras dolencias fatales.
En ese sentido, es una necesidad apremiante e impostergable que de inmediato todas las autoridades sanitarias del país, inclusive algunas que no están relacionadas directamente con el Ministerio de Salud, tomen las medidas preventivas más urgentes para evitar el ingreso del ébola al país y, enseguida, adoptar las disposiciones más extremas para que no se extienda a otros países, pues, en vista de las características de bajo nivel cultural, de vida y salud de nuestro pueblo, podría convertirse en una epidemia de proporciones devastadoras.
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