Los mejores del mundo resultaron ser tres

De todos los festejos por el 189 aniversario de la fundación de Bolivia, indudablemente los conciertos de Jaime Laredo y Ana María Vera fueron los más espectaculares y maravillosos, y las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz son las privilegiadas por disfrutarlos. A qué elevado nivel nos sitúan estos grandes de la música, uno dominando el prodigio del violín y la otra desgranando notas mágicas del piano, paseando ambos su virtuosismo por las más prestigiosas salas del mundo.

Pero en el proyecto “Los mejores del mundo” no fueron dos, sino tres estrellas brillantes con Sharon Robinson. Chelista y esposa de Jaime Laredo, ella deleitó con la exquisita ejecución de ese instrumento de suave y sedosa dulzura, impresionando a los asistentes con su perfección, tanto como los dos nombrados en primer lugar. Fue impecable en el Cuarteto de cuerdas Op 11 de Tchaikovsky. Seguramente en Bolivia nunca se ha presentado un chelista de tanto primor; y cuando tocó los aires nacionales fue admirable captando sin dubitación el ritmo y la armonía de los aires nacionales. Ella también se ganó la admiración de los bolivianos y los tres juntos hicieron brotar lágrimas de emoción en los auditorios.

Estas magníficas presentaciones se deben al impulso de Ana María Vera, que junto con su hermano Armando han fundado y dirigen “Bolivia Clásica”, que está logrando sorpresivos resultados, primero identificando a los talentos y luego formándolos con apoyo de renombrados artistas que traen de otros países, para enseñanzas magistrales que tan excelentes frutos están produciendo. Tanto que en la ejecución de los tres movimientos del Concierto para dos violines y cuerdas en Re menor de J.S. Bach, Jaime Laredo les concedió el privilegio de tocar el segundo violín en cada movimiento, sucesivamente a tres jóvenes bolivianos: Jaime Kaiser, Albert García y Gabriel Bilbao, que han demostrado la admirable calidad de ejecución alcanzada; seguramente ellos recordarán esta participación como el mejor galardón alcanzado en su vida.

La Orquesta de Cámara Juvenil formada por Bolivia Clásica, bajo la dirección de Jaime Laredo, en la Suite Op. 40 de Grieg fue otro de los grandes obsequios, entusiastamente aplaudido por el público, ya que exhibió la excelencia alcanzada por sus integrantes. Pero la culminación del concierto sobresalió en la Sonata para violín y piano en La mayor de César Franck, tocada por Jaime Laredo y Ana María Vera, que exaltó la entusiasta ovación del público.

Los programas de las tres presentaciones que se dieron en La Paz, incluida la del Salón de la Cancillería, contenían composiciones de complicada técnica interpretativa que sólo el virtuosísimo excelso puede superar y que nos ha hecho conocer la maestría a la que puede llegar el talento y el estudio abnegado y perseverante.

Sería injusto no destacar el desprendimiento de los artistas que han venido a obsequiar su arte, destinando las recaudaciones para incrementar los fondos de la Fundación Bolivia Clásica, que tan encomiables rendimientos está cosechando para el país. Además, está el amor a la tierra boliviana que han prodigado en su 189 aniversario, trayendo un mensaje de paz y amor que los bolivianos necesitamos y debemos comprender en estas dimensiones, transmitiéndonos autoestima y la valoración de lo que Bolivia ha alcanzado con estos grandes talentos del Arte que siembran lo bueno y lo bello, cual mensajeros de virtud.

Finalmente, hay que reconocer la cuantiosa contribución con la que una empresa nacional, Soboce S. A. y su ejecutivo Samuel Doria Medina han hecho posible tan grandioso homenaje a Bolivia y cooperar al insuperable disfrute de los que hemos tenido el privilegio de escuchar a Jaime Laredo, Ana María Vera y Sharon Robinson, triada que tal vez sea irrepetible, pero que quienes tuvimos el orgullo de haberlos visto y sentirlos, podremos tener anotado como un acontecimiento maravilloso de nuestras vidas.

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