Por las malas políticas de comprimir a la producción nacional, entre muchos problemas creados al país está el de las importaciones industriales -textiles especialmente- que son muchísimo más que la producción interna; esto, en buenos términos, implica que nuestra producción se ha reducido notablemente no solamente en cantidad sino en cuestión de precios y, lógicamente, con beneficio total para quienes nos venden en el exterior, a sabiendas del seguro mercado que hay en Bolivia.
Según estudios de la Cámara Nacional de Industrias y del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, los índices de crecimiento de lo importado frente al decrecimiento de la producción nacional, arroja las siguientes cifras que deberían ser motivo de preocupación: Año 2006, importaciones 21,6% y nacional 8,1%; año 2007, importaciones 28,7% y nacional 6,1%; año 2008 importaciones 19,4 y nacional 3,6%; año 2009, importaciones menos 3,4% y nacional 4,8% (año excepcional en el que se superó a lo importado); año 2010, importaciones 44,9% y nacional 2,6%; año 2011, importaciones 31,6% y nacional 3,7%; año 2012 importaciones 18,9% y nacional 4,5%.
Tan sólo hasta el año 2012 las diferencias son, pues, abismales y muestran la debilidad de nuestra producción y consiguiente exportación. Los promedios son claros: en los siete años las importaciones de 17 productos industriales manufactureros seleccionados, crecieron en promedio 23% por año y la producción nacional (PIB industrial manufacturero) creció en promedio 4,8% lo que implica que las importaciones fueron cinco veces más que la producción nacional.
Las cifras son categóricas y terminantes para mostrar que estamos en receso permanente en la producción y ello no puede ni debe continuar. Los datos consignados resultan un llamado de atención para las autoridades que, en todo caso, tienen que adoptar previsiones para remediarlas. No hacerlo implica seguir con las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” que hasta ahora nos han ocasionado muchos problemas.
Producir lo que usamos debe ser misión fundamental de gobernantes y gobernados; prescindir de importaciones tiene que ser misión a cumplirse en los próximos cinco años. Todo ello puede ser efectivo siempre y cuando el Gobierno garantice al capital privado, apoye a la industria nacional y evite el contrabando.
Desde hace ocho años se habla de políticas de cambio y ahora es tiempo para que los cambios sean efectivos para fortalecer nuestra industria, producir lo que consumimos y usamos prescindiendo de lo importado. Por otro lado, se debe favorecer a todo lo que implique nuevas instalaciones industriales que al ser medios seguros de riqueza serán fuentes importantes de empleo que tanto necesita el país. Continuar con las políticas abiertas para lo importado y cerradas para lo interno, sería completamente contraproducente y, además, contrario a las promesas gubernamentales en sentido de favorecer a la industria nacional.
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