Es un hecho comprobado en el mundo que el capital financiero, tecnológico y humano sólo puede tener éxito en países donde existen las garantías y condiciones necesarias para su implementación y crecimiento. Los países de la órbita comunista han comprobado este extremo porque a poco de instaurarse ese sistema lo primero que han confrontado es el abandono o supresión de trabajo de importantes empresas de producción porque han cambiado políticas bajo el principio de que “el capitalismo es malo o contrario a los intereses del pueblo y su revolución”.
En muchos países del Tercer Mundo, el fenómeno se ha repetido porque los gobiernos de tinte socialista han rechazado todo lo que implica, directamente o no, promover capitales para el desarrollo y progreso de los pueblos, y esto es lo que ha pasado en nuestro país en los últimos ocho años, en los que muchas empresas han dejado de producir o lo han hecho en poca escala para cubrir el mercado interno y, en algunos casos, fueron exportados excedentes.
Hay razones que han influido decisivamente para que el capital “tenga temores”: el miedo a las estatizaciones o privatizaciones, la indiscriminada adopción de medidas favorables a los trabajadores sin compulsar con la realidad empresarial y su posibilidad de incrementar irracionalmente sueldos y salarios; el temor al contrabando que hace una competencia muy fuerte y desleal a la producción nacional; la falta de una ley de inversiones que garantice plenamente la inversión de capitales y el trabajo productivo, competitivo y permanente de la empresa privada; la creación de bonos y aguinaldos que no contemplan la realidad empresarial, etc.
Pese a que las autoridades señalan que la economía del país ha mejorado notablemente, las cifras anuncian realidades difíciles de discutir o negar porque, según datos del empresariado privado, “entre el año 2006 y el año 2012 se presentó un proceso gradual y sostenido de sustitución de la producción nacional ‘Hecho en Bolivia’ por las importaciones industriales manufactureras, es decir por la producción extranjera que crece cinco veces más que la producción nacional”.
Son, pues, varias las causas que promueven el éxodo o cierre por parte de empresas nacionales y el caso de la baja producción adquiere más connotación conforme aumenta el contrabando y la importación de productos competitivos. Esta situación debe cambiar con la vigencia plena de la Ley de Inversiones (con los respectivos reglamentos); la revisión de medidas extraordinarias en el campo social sin descuidar los derechos de los trabajadores, compatibilizando las reales posibilidades empresariales. No adoptar medidas a favor del sector privado, dándole la misma importancia que se ha dado a empresas pequeñas que efectivamente contribuyen a la producción, creación de empleo y desarrollo nacional sería seguir en las mismas condiciones de atraso.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |