El silencio domina en la población del Sajama e invade en el ambiente el silbido del viento que arrecia por las noches y la madrugada. Mientras que la comunidad se apresta a recibir a los turistas y visitantes nacionales que durante la temporada de invierno copan los albergues y la región para apreciar sus paisajes, la forma de vida de los habitantes, escalar al Sajama y degustar sus productos.
Muy de madrugada habíamos salido de la población del Sajama, 14 grados centígrados bajo cero, tiempo de invierno y nos dicen que las temperaturas bajan aún más, el objetivo era alcanzar las fumarolas en la parte alta en dirección a la frontera chilena, lugar donde las aguas hervidas ascienden a más de cuatro y cinco metros de agua con una temperatura de 105 grados centígrados de calor contrariamente a la superficie.
El vehículo que nos iba trasladar tardó casi dos horas en calentar el motor, pero no fue obstáculo para incursionar a la región de las aguas volcánicas, que estaban en la parte superior (noreste) de los albergues del Sajama, alineados en unas cuantas calles y la mayoría de la infraestructura dedicada a hospedar a los visitantes, ya que el turismo es una alternativa en la región, se podría decir que en el turismo de cordillera el frío es la característica, según declaraciones de Alfredo Lucana, secretario de turismo de la Gobernación, la subalcaldesa del Sajama, Roci Alcon Espinoza y Alejandra Soliz Espada, del programa Destino Turístico de Oruro.
En el albergue, donde circunstancialmente estuvimos hospedados, pasamos la mejor anécdota, efectivamente en el ambiente externo estaba con 14 grados bajo cero y la dueña nos dijo que no iba a dar la habitación más caliente, cuando ingresamos en el cuarto, la temperatura era de 10 grados bajo cero.
Nos dirigimos hacia la frontera, recorrimos por una carretera de tierra 15 minutos, debido a que un río cristalino y casi congelado, muy profundo no dejó el paso del vehículo y la única salida era ingresar en otros livianos o caminar hasta la parte superior del cerro, frente al Sajama.
En el lugar se puede observar varias pozas de agua hirviente que se mezclan con el agua del deshiele del sector cordillerano “existe una demarcación de piedras blancas, que uno debe seguir su curso de lo contrario podrían hundirse a la poza hervidas bajo la tierra.
“En este sector los géiser salen de manera repentina o pisan algunos que están por aparecer en la superficie y quema la piel”, advierte el guardaparque del Sajama, a su vez guía de la región en trekking, Nelsón Laura Villca.
“Estos son los géiser y en aymara le llamamos huallakeris, quiere decir agua hirviendo. En esta región contamos con más de 100 pozas de agua entre pequeñas y grandes en todo este valle. Cada poza es particular en su formación y ubicación, también parecen de manera repentina a 105 grados centígrados. Algunos botan sus aguas a una altura de dos y cuatro metros y otros bajan su intensidad, dependiendo de la temporada, aunque por lo general no mueren, se mantienen”, explica.
Agrega que en el sector, la tierra se prepara para recibir a otros géiser, minando el lugar y de repente aparecen. Nos dimos cuenta y escuchamos en la tierra el ruido que provocan cuando están por salir a la superficie, desgastan la roca, ya que esta región del Sajama es roca de altura; primero comienza con una poza y van evolucionando de a poco. Estos géiser tienen actividad durante todo el año y no cesan.
En el lugar marcaba una altura de 4.300 metros sobre el nivel del mar y donde efectivamente los géiser tienen una actividad impresionante y el calor del agua es ardiente.
A pocos metros estábamos a 15 grados bajo cero y alrededor estaba todo congelado, aparentando ser una mesa de mármol, mostrando un contraste poco usual.
MILENARIAS K´EÑUAS
Para comprobar los otros géiser, nos fuimos a la parte superior y apreciamos la cadena de pozas de agua hirviendo y cómo la naturaleza es sabia, a los costados parece ser el ambiente adecuado para la crecida de miles de árboles denominadas como k´eñuas, según dicen cada año crece tan solo un centímetro, si es así, entonces estimamos que uno de dos metros (es el tamaño que tienen, la mayoría de los árboles) tiene más de 80 años y pueden llegar hasta 7 metros. Extrañamente solamente en el lugar crecen estos arbustos, incluido un mirador en medio de k´eñuas.
Tratamos de encontrar una explicación del por qué tan solo crecía en la zona, pues según dicen es el agua y la temperatura que influye demasiado en el crecimiento del bosque de las k´eñuas, que se encuentran en medio de arena y pajales. Se puede decir que este arbusto es el rey de la zona junto a los géiser con su temperatura tan particular.
“Las k´eñuas son árboles milenarios, que crecen en esta altitud; son conocidas científicamente como poliletis tarapacanas y solamente crece en este tipo de tierra volcánica. Este fue el motivo para la creación del Parque Nacional del Sajama como área protegida el 2 de agosto de 1939, bajo un decreto ley, durante la presidencia de Germán Busch, con el objetivo de proteger la naturaleza de la región, en especial la k´eñua, árbol milenario que estaba siendo explotada irracionalmente por las carboneras chilenas que producían esta combustión para hacer funcionar las locomotoras. Esto provocó que el Gobierno de esa época resguarde la región y desde esos años se cuidan de manera permanente la frontera”, sostiene uno de los guías de la región.
Un árbol de k´eñua para crecer de por lo menos entre 7 metros de altura, es necesario que transcurra 150 años de vida, según un estudio científico de los biólogos que determinaron el crecimiento, requiriendo de condiciones naturales muy especiales y de años, son muy delicadas, aunque muy eficiente en carbón vegetal.
“Estos árboles son muy particulares y los cuidamos mucho en la región. Somos los guardaparques responsables de preservar estos recursos naturales como la flora, fauna, conservarla, recuperación de algunas especies de la zona, conservación de los animales silvestres y de los turistas que nos visitan todos los días, pasando la frontera hacen andinismo en los nevados del Sajama, Parinacota, Pomerapi, montañas que son muy frecuentadas en los meses de julio, agosto hasta octubre. Es la zona alta de turistas extranjeros de Francia, Alemania, España, Bélgica, Italia, Canadá, Argentina y otros sudamericanos”.
VISITAS
Según registros de los refugios u hospederías, el Sajama por año recibe más de 4.000 turistas de alta montaña, unos que realizan andinismo, otros viene a las pozas de aguas termales naturales, a realizar caminatas en medio de los paisajes de la cordillera que de por sí es impresionante y majestuoso.
ALIMENTOS COCIDOS EN AGUAS VOLCÁNICAS
Meter el dedo en los gueiser, fue algo muy arriesgado, ya que la intensidad del calor es muy alta, más de 105 grados centígrados, pues los visitantes a este lugar del Sajama no se animaron a realizar esa prueba.
Los gueiser, por lo general mantienen su temperatura extremadamente caliente, mientras que en el ambiente externo promedia los 15 grados bajo cero, son ambos extremos característicos de la región, muy cerca de nuestra frontera.
El calor fue evidente cuando las autoridades, decidieron colocar como cien huevos a cocer en canastas y en cuestión de minutos los huevos duros estuvieron listos para comer.
Luego se colocó una arroba de papa dentro los gueiser y en media hora estuvo para servirse y finalmente se puso charque de llama y en menos de 40 minutos estuvo cocido y el sabor es totalmente diferente a la cocina normal.
Los guías y guardaparques, acostumbrados a la zona, sin muchos problemas no muestran las bondades de los gueiser al colocar una bolsa de alimentos y hacerlas cocer, el grupo de personas estuvo curiosa del resultado, cuando ya estuvo cocido se arremolinaron los visitantes para degustar y más de uno quedó impresionado del festín y con sal en la mano comieron papakhati, charque y huevos.
Mario Daza Castellón
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