Heroína de la independencia americana, su labor a favor de la independencia del Alto Perú se inició con el levantamiento del Cusco en 1805, contribuyendo en la ciudad de La Paz, desde el 30 de marzo de l809, hasta el l6 de julio, a muchas de las reuniones y conciliábulos revolucionarios que se efectuaban en su casa de la urbe paceña.
Vicenta Juaristi Eguino Diez de Medina nació en La Paz en 1785, hija del vasco español Francisco Javier Juaristi Eguino Urquisa y de María Antonia Diez de Medina y Ulloa; nieta de Tadeo Diez de Medina y Contreras y Antonia de Ulloa Solís y Astorga.
El abuelo, don Tadeo, de noble y regia estirpe, había enviado a sus hijos Tadeo Antonio y Juan José a los colegios de Madrid, siguiendo allí sus estudios universitarios. Ambos pertenecieron a la Orden nobiliaria Caballeros supernumerarios de Carlos III. Tadeo Antonio murió prematuramente.
Tal era el hogar de Vicenta, quien a temprana edad se casó con Rodrigo Flores de Picón, español y realista, que gracias a los mimos y atenciones de su esposa se convirtió en liberal y patriota. Lamentablemente este matrimonio no duró mucho, pues don Rodrigo falleció al poco tiempo de casarse.
Tiempo después, ya viuda, Vicenta se casó con Mariano de Ayoroa, realista y godo consumado, quien pese a los ruegos de su esposa miraba con desdén a los patriotas, siendo por estas actitudes que ella echó al español del hogar.
Su primer hijo, Pedro, fue como consecuencia de los amores con José Calderón y Sanjinés, patriota por excelencia, quien había luchado junto al Mariscal Sucre en Ayacucho, y fue parte posteriormente de la firma del Acta de Chuquisaca que dio la independencia al Alto Perú.
Vicenta tenía mucha admiración por un primo suyo, diez años menor que ella, el Coronel Mayor Clemente Diez de Medina de La Sota, quien participó de las reuniones de los revolucionarios en 1809, en marzo y en julio. Derrotado en Chacaltaya por José Manuel de Goyeneche, huyó a Yungas; reconocido su grado estuvo presente en la derrota de Guaqui, y con el primer ejército auxiliar argentino, saliendo de escape hasta Buenos Aires, donde fue nombrado Intendente. Cruzando los Andes junto a San Martín, luchó en Chacabuco y Maipú. Fue nombrado prefecto de Coquimbo (hoy la Serena en Chile); no volvió a su país sino después del 6 de agosto de l825. Don Clemente era hijo de Félix Diez de Medina.
Aguerrida y luchadora, Vicenta Juaristi sufrió los avatares de su lucha patriótica, su patrimonio cuantioso fue mermando paulatinamente, en socorro de los ejércitos patriotas y las guerrillas. Presa muchas veces, se salvó gracias al soborno a sus cuidadores y centinelas de prisión. Señalada como rebelde patriota, el terrible José Manuel de Goyeneche la desterró al Cusco con una multa de seis mil pesos, pudiendo después retornar a La Paz, refugiándose en una de sus fincas de Río Abajo. Condenada a muerte por el sanguinario realista Mariano Ricafort, se salvó de la muerte gracias al pueblo paceño, que amenazaba con un levantamiento popular si no se conmutaba la pena.
Respetada y querida por el pueblo paceño, fue comisionada para la recepción al Libertador Simón Bolívar en su entrada a la ciudad de La Paz, encabezando lo más selecto de la sociedad paceña. En representación de las damas paceñas, colocó al Libertador Simón Bolívar una corona de guirnaldas, dirigiéndole una patriótica alocución en nombre de las mujeres altoperuanas, que en competencia con sus esposos y sus deudos tomaron participación directa en la lucha sangrienta de los 15 años.
El Libertador y el Mariscal Antonio José de Sucre supieron reconocer el sacrificio y el sufrimiento de doña Vicenta en pro de la libertad de nuestros pueblos, llenándola de distinciones y atenciones.
Ya sin fortuna, doña Vicenta Juaristi Eguino murió el 14 de marzo de 1857, a la edad de 72 años. La traslación de sus restos mortales se realizó con la concurrencia del Presidente de la República, los poderes públicos y el ejército nacional, que le rindieron los honores militares correspondientes a tan alta patriota, heroína de la Independencia de Bolivia.
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