Relatividad de las privatizaciones

Existe la opinión de que todas las decisiones y acciones son relativas y que si un día son buenas, en otras oportunidades serían inoportunas y negativas. En efecto, haciendo referencia a opiniones de un candidato presidencial acerca de los ingresos petroleros que tiene el país, se podría decir lo mismo, o sea que tienen el carácter de la relatividad.

El ofrecimiento del candidato presidencial causó por un lado la satisfacción de algunos sectores políticos del país, mientras, por otro lado, originó una verdadera tempestad de protesta e iracundia de parte de sectores oficialistas, reacción desproporcionada en relación con la idea inicialmente enunciada y que, por otra parte, reveló que detrás de esa actitud se ocultarían dificultades difíciles de descubrir.

No es posible opinar ni hacer juicios de valor en torno al proyecto del candidato, porque se trataría únicamente de un anuncio, actitud que recuerda a la sentencia “en proponer no hay engaño”. Tampoco se puede hacer juicio alguno mientras los hechos y la práctica no hubiesen dado sus resultados, conclusión que, por lo demás, sería ilógica y pecaría de equivocada, decisión que, por lo demás, sería rechazada por la opinión pública y no estaría de acuerdo con la línea editorial de un medio de comunicación responsable.

Algunas privatizaciones fueron erróneas y hasta inoportunas, pero otras fueron atinadas y correctas. Existen, pues, “privatizaciones y privatizaciones”, como se dice en el lenguaje político. Se trata de temas históricos que revelan las condiciones y causas del origen, evolución y cambio de unas formas sociales y políticas en determinadas circunstancias.

En tiempos recientes, algunos países nacionalizaron algunas empresas privadas y algunas tuvieron éxito por ciertas condiciones internacionales (como los altos precios de las materias primas), mientras en otros, las mismas nacionalizaciones fueron un fracaso debido a los bajísimos precios de los recursos naturales de exportación de los que dependían.

En ese sentido, algunas naciones que procedieron a realizar nacionalizaciones a ultranza, ahora están abjurando a ese principio y pese a sus actitudes extremas, están procediendo a realizar una serie de privatizaciones y abandonando ideas socialistas para reingresar en sistema capitalista.

Son numerosos los casos de países comunistas que dieron pasos atrás para su salvación. El caso más notable es el de la Revolución rusa, cuyo principal ideólogo, Lenin, después de nacionalizar toda la industria en 1917, dio grandes pasos atrás y privatizó todo lo que tenía a su alcance, so pena de sufrir derrotas de consecuencias imprevisibles. Además de ese caso de antigua data, también en tiempos recientes muchos otros países han procedido a privatizar las empresas que antes habían estatizado o nacionalizado, tales los casos de China, Vietnam, México y otros, por citar sólo algunos.

Pero también hay que citar que en ese viraje de sensatez se encuentra la Cuba actual, que al ver que su proyecto socialista se va a pique de manera inevitable, ha decidido privatizar su economía y, por tanto, muchas empresas nacionalizadas.

De ahí que es evidente, a todas luces, que las privatizaciones no son necesariamente negativas y que el asunto debe ser tomado con pinzas, considerando, además, aspectos internacionales y locales, tanto de alcance inmediato como de largo aliento y no caer en exabruptos que revelan que “algo huele mal en Dinamarca”.